Martes 24 de Noviembre de 2009 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Distinguido

Patricio Jiménez era un distinguido de la música, un exquisito, de esos que se destacan sin necesidad de más protagonismos que su propia voz.

Patricio fue el mejor ejemplo de los que hacen las cosas en silencio, aunque parezca contradictorio con la esencia misma de un cantor. Pero era silencioso en sus propias actitudes, tratando siempre de no sobresalir más allá de lo que el grupo lo hiciera.

Era distinguido, porque en todos los grupos en los que estuvo fue una especie de detallista para que todo saliera como quería que fuera, buscaba hasta la más mínima imperfección para corregirla y probar las veces que resultaba necesario hasta que quedaba como pretendía.

Patricio Jiménez tiene peso propio por lo que hizo, por lo que cantó, por lo que trabajó para el folclore, por el toque de distinción que le dio a un género muchas veces acostumbrado a subirse al escenario con poco para ofrecer.

Patricio Jiménez fue un perfeccionista, rodeado de los mejores, capaz de hacer maravillas con su voz, capaz de hacernos olvidar de las estridencias del folclore poco trabajado para entender que esa otra música, bien hecha, era posible.

Tal vez por eso le costó tanto instalarse, porque después de décadas de trayectoria no era un hombre popular del folclore, como tampoco lo fueron los más brillantes del género. Dicen los mismos salteños que ni siquiera en su provincia era reconocido como correspondía.

Pero cómo negarle semejante trayectoria si resulta inevitable asociarlo con el buen folclore, el de los que hacen de su voz el mejor capital. Patricio Jiménez sí fue un distinguido del folclore, de los que no abundan por estos días.

 

JORGE VERGARA
jvergara@rionegro.com.ar

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