| Rosana Arbelo abrió su gira en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. Acompañada sólo por su guitarra, recorrió sus temas más pedidos y los de su último trabajo, "A las buenas y a las malas" con un público que la acompañó expectante y cómplice durante las casi dos horas y media que duró la presentación. Antes del final-final, la cantante canaria salió del escenario y cantando a capella, apareció en el súper pullman entre la gente; bajó luego al pullman y continuó por la platea entre abrazos, fotos y besos. Es el mismo espectáculo que trae mañana al casino Magic de Neuquén "A las buenas y a las malas" son trece canciones engarzadas por ritmos que contrastan entre sí y se complementan por partes iguales, que constituyen un cántico a la vida. Es imposible no emocionarse con estos directos al corazón que hablan de amor y esperanza, de coraje y ternura hasta convertirse en un bálsamo para sostener el oficio de vivir sin desmayar en el intento. Rosana nació en Lanzarote, Islas Canarias, un 24 de octubre, como la pequeña de una familia de ocho hermanos. A los veinte se trasladó a Madrid para estudiar armonía y guitarra. Lleva más de diez años pisando escenarios, más de ocho millones de discos vendidos en todo el mundo; más de quinientos conciertos en España, Europa, América y Asia; cientos de premios; récords de ventas en más de treinta países; número uno en emisoras de Argentina, México, Alemania, Costa Rica, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Uruguay; compactos editados en Alemania, Italia, Francia, Japón, Corea, China, EE.UU., Argentina, México. Colaboró en canciones con Articolo 31 de Italia, Pedro Guerra, María Dolores Pradera, The Harlem Gospel Singers, Armando Manzanero, Sting, Las Hijas del Sol y Ketama, entre muchos otros. "Yo nunca me había planteado cantar. Lo hacía porque cantando hacía y sigo haciendo las melodías de mis canciones, pero nunca me vi como intérprete hasta que no empezaron los amigos y la familia, pues a insistir en por qué no me ponía yo en esta otra tarea, que dejara de dar los temas para que otros los cantarán. Entonces, de rascar las cuerdas de la guitarra, cosa que ya hacía a los cinco años cuando me la regalaron, a partir de ahí, con ocho, hice por primer a vez lo más parecido a una canción." -¿Cómo descubriste que con eso transmitías emociones, ideas? -Una cosa era lo que pasaba en casa cuando cantaba. Pues la familia, algunos amigos, me insistían para que lo hiciera ya, incluso hasta el punto de convencerme para que de alguna manera grabara mi primer disco. Pero, realmente, yo cantaba porque componía y ver que la gente se emocionaba me gustaba mucho, me perturbaba también. Me planteaba que se emocionaban porque me querían y eso soluciona muchas cuestiones. La sorpresa vino cuando gente que no me conocía acabó conmoviéndose con aquellas primeras canciones. -Ha pasado mucho tiempo desde entonces y ya es un terreno comprensible, familiar, de trabajo, la música para vos. -En un momento determinado cuando se mira para atrás, cosa bien interesante porque permite ver de dónde vienes y hacia dónde estás yendo; cuando lo haces, te das cuenta que aquello que se insinuaba en los comienzos, hoy es un proceso que se cumplió. Tuve la suerte de nacer donde nací, de tener la familia y los amigos que he ido teniendo, he ido encontrando y se han hecho parte de mi vida. Yo creo que si puedes, cierta dosis de cabeza relativamente bien amueblada, hace falta. Y esto te lo cuidan los tuyos, porque seguramente te dirán que ni eres tan buena ni tan mala como dicen. Todo eso ha ido, de algún modo, construyendo, formando o haciendo que yo componga las canciones que hago con esa dicción tan mía. -Ante tantas cuestiones que cantarle al mundo, cómo recordás las más urgentes? -Yo creo que lo que suelo hacer es, por encima de todas las cosas, mantener un respeto absoluto y rotundo a la inteligencia del público. Las cosas son de ida y vuelta y si respetas, te respetan. Para mí es importante, no sé si porque nací en un familia numerosa o qué, lo más bonito que me ha regalado la música, muy por encima de todas las cosas, es el público. No me refiero al que me sigue a mí, si no me sigue me da igual. Digo la gente, la gente de la calle ha sido un hallazgo, y de vez en cuando hay que devolverle lo que te da. Hay muchas maneras de hacer música, por supuesto, pero además hay que hacerla llegar a los demás, y para exponerla hay numerosos caminos. Y yo elijo el camino de compartir la mitad de mi vida con mi familia y con mis amistades y la otra mitad, con el público. En el momento en que eso se respeta, todo marcha bien. No hay ni que decirlo. Ya desde el principio, desde las primeras veces cuando salí a mostrar lo que componía, aparecieron claramente un sentido y un orden. Esto no lo hago, esto sí. Me gusta terminar de trabajar, retornar a casa y que no se mezcle la casa con el escenario. No tener roces entre ambos ámbitos, para mí es primordial y me permite sostener esto que hago. EDUARDO ROUILLET | |