Ni autogoles, ni penales, ni expulsiones. La manipulación de un partido por la mafia de los apostadores pasa por sutilezas. "La clave es no hacer", asegura el periodista canadiense Declan Hill, autor del libro "El arreglo: fútbol y crimen organizado".
Hill estudió centenares de partidos "sospechosos" a lo largo de los últimos 40 años, y seleccionó 137 en los que "está claro que hubo manipulación del resultado". Algunas de sus conclusiones llevaron a anunciar que cerca de 200 partidos de nueve países de Europa están bajo sospecha.
¿Cómo se advierte que un grupo de jugadores mueve los hilos dentro de un partido para perder? "Los que más gritan, que dicen ´¡vamos, vamos!´, son los más peligrosos. Manipulan los partidos con sutilezas. El arquero se posiciona mal, los defensores no se ayudan, los delanteros mantienen la pelota para que los rivales se la arrebaten.
Cuando se corrompe a los jugadores, la tasa de penales está por debajo del 20 por ciento. Cuando el corrompido es el árbitro, sube a más del 40", dice Hill. "Las Ligas escocesa, alemana, holandesa, inglesa y francesa están en un nivel de un 20%. La italiana, en el 30". Y sigue: "En los partidos limpios la tasa de goles crece en los últimos 15´. En los sucios baja en el mismo porcentaje".