El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, se internó en territorio peligroso cuando, al embestir por enésima vez contra el mandamás porteño Mauricio Macri afirmó que por ser "el responsable número uno" de los casos de espionaje que siguen destapándose en su jurisdicción debería tirar la toalla ya que "por mucho menos Richard Nixon renunció al gobierno de Estados Unidos". Aunque no cabe duda de que Macri ha manejado el asunto con torpeza sorprendente, las denuncias en su contra son menores en comparación con las que tienen como blanco el matrimonio gobernante, lo que le permitió a Macri contestar a Fernández señalando que "por el 10% de los casos de corrupción que tienen ellos echaron a Collor de Mello en Brasil". Dicho de otro modo, Macri amenaza con contraatacar impulsando el juicio político a la presidenta, lo que modificaría radicalmente las perspectivas ante el país. Mientras que la situación muy incómoda en que Macri se encuentra puede atribuirse a su ingenuidad, ya que debería haber entendido desde el vamos que si nombrara a ex agentes de la Policía Federal o los servicios de inteligencia para encabezar su nueva Policía Metropolitana, porque necesitaba contar con gente experimentada, podría verse vinculado con personajes cuya conducta lo pondría en apuros, no hay justificación concebible para los delitos imputados al ex presidente Néstor Kirchner y su esposa.
Que los Kirchner quisieran desacreditar a Macri es lógico, por tratarse del representante de una corriente de opinión que califican de derechista, pero no les convendría en absoluto instalar la idea de que les corresponde a los acusados de permitir actos ilegales renunciar. Hasta ahora, los principales dirigentes opositores se han mostrado reacios a pedir el juicio político a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el procesamiento de su marido por enriquecimiento ilícito, su papel en el episodio rocambolesco protagonizado por el hombre de la valija, el venezolano Guido Antonini Wilson -el que según acaba de confirmarse sí estuvo en la Casa Rosada luego de haber dejado 800.000 dólares "para la campaña de Cristina" en manos de las autoridades aduaneras-, los fondos de Santa Cruz y así largamente por el estilo, pero de persistir el gobierno nacional en intentar judicializar la política podrían cambiar de actitud. Aunque por motivos ideológicos a muchos opositores les gusta que Macri se haya visto debilitado por un escándalo de proporciones, sabrán que otros podrían resultar igualmente vulnerables, ya que no es ningún secreto que el gobierno nacional aún se cree capaz de movilizar pelotones de fiscales y jueces dispuestos a ayudarlo.
Las aspiraciones presidenciales de Macri han sido dañadas por su evidente incapacidad para reaccionar con la contundencia exigida por las circunstancias frente al escándalo de espionaje que estalló hace casi dos meses y que a partir de entonces ha dado pie a una serie de revelaciones alarmantes. Para colmo, quien iba a ser el primer jefe de la Policía Metropolitana, Jorge Palacios, está procesado y entre rejas y algunos que podrían reemplazarlo se encuentran bajo sospecha. Así y todo, no hay por qué suponer que la eventual salida de la carrera de Macri beneficiaría a los Kirchner. Antes bien, podría perjudicarlos al reducir la cantidad de opositores presidenciables. El que el arco opositor sea tan amplio que abarca a conservadores, liberales, izquierdistas, centristas, peronistas, radicales y otros refleja el aislamiento de los Kirchner, pero también les brinda oportunidades para aprovechar las muchas divisiones y de esta manera mantener vivas sus esperanzas de poder recuperarse de los desastres que han sufrido desde mediados del 2007. Aunque sería poco razonable suponer que una oposición tan variopinta formara un frente unido, la eventual eliminación de Macri de la grilla de partida contribuiría a hacer más sencillo el panorama. En efecto, como algunos ya se han dado cuenta, el más beneficiado por lo que le está ocurriendo a Macri podría ser el vicepresidente y referente opositor Julio Cobos, un precandidato que, a pesar de ser radical, tiene una buena relación con los dirigentes de PRO y sus aliados del peronismo disidente, además de los socialistas de Hermes Binner.