La situación de la fruticultura es compleja. El promedio que se percibe en peras y manzanas en el Valle es realmente bajo y, en la mayoría de los casos, termina siendo menos que los costos de producción, lo que lleva a una progresiva descapitalización del sistema. ¿Cómo se sale de esto?
- Al intentar encontrar una solución a la actual problemática, uno termina descubriendo que las estadísticas son realmente crudas para la actividad.
Tomando los últimos siete pronósticos oficiales podemos decir que anualmente en el Valle del Río Negro y Neuquén se ha tenido una cosecha promedio de 1,57 millones de toneladas entre peras y manzanas. Considerando que la misma se ubica, por lo general, en torno del 85% de la proyectada, estos volúmenes han caído a un promedio de 1,33 millones de toneladas de fruta, la que está disponible para ser cosechada todos los años.
Los datos oficiales asimismo señalan que las ventas en fresco -promedio de estas últimas siete temporadas y computando la suma de manzanas y peras- se ubican en las 917.000 toneladas, cifra que representa el 69% del total cosechado.
Pero aquí hay que diferenciar cuál es la posición de las peras y las manzanas en este esquema.
En manzanas, el promedio de la cosecha efectiva se ubicó en estas últimas siete temporadas en un promedio de 854.000 toneladas y la comercialización en fresco en un promedio de 470.000. Es decir, que sólo el 55% de lo que se levanta de la planta cada año es comercializado en el mercado en fresco. El resto va a la industria o se termina perdiendo.
Éstos son los números macros de la explotación de manzanas en la región.
Ahora bien, preguntémonos qué es lo que pasaría con una actividad que presenta estos indicadores. Por ejemplo, qué futuro tendría la industria maderera que está equipada con inversiones para hacer tirantes, si de cada 100 kilos de madera que entran para industrializar, alrededor de 45 kilos salen como aserrín (descarte de la actividad) y sólo 55 cumplen los objetivos para la que fue creada. No hay mucho que pensar? o cambia su eficiencia productiva o se quiebra. Lo mismo pasa con la manzana en la región: todo el Valle está armado para vender fruta en fresco, pero sólo algo más de la mitad cumple con estos objetivos. Esto termina generando una ecuación económica inviable, con costos para producir fruta de calidad "elegida" e ingresos promedio equivalentes a los valores de una manzana "común".
En peras, el sistema está algo mejor. Las estadísticas muestran que el promedio de la cosecha efectiva en estos últimos siete años se ubicó en torno de las 480.000 toneladas, colocándose de este volumen en fresco un promedio de 420.000 t. Es decir, algo más del 85% de lo recolectado. Hay que señalar que en los últimos tres años el porcentaje destinado al mercado en fresco cayó sensiblemente y hoy está muy lejos del promedio de las siete temporadas anteriores. Pero, independientemente de esto, las estadísticas muestran que el sistema productivo de peras está mejor posicionado en relación con el de las manzanas.
Con las primeras proyecciones de cierre de la temporada 2009, estudios del sector privado muestran que del 100% cosechado de manzanas en este año, el 22% fue orientado a la exportación, el 32% al mercado interno y el restante 46% a la industria. Para el caso de las peras, del 100% recolectado, el 63% fue destinado a la exportación, el 12% al mercado interno y el 25% a la industria.
Conclusión: el sistema frutícola regional está armado para vender su producción en fresco, pero su eficiencia es muy baja lo que termina afectando los retornos, con costos de producción altos e ingresos promedio por debajo de estos últimos. Es clave entonces mejorar la eficiencia del sistema sobre este punto.
- El otro tema es la dinámica que presentan las ventas. Los empresarios aseguran que al aumentar los volúmenes a ofertar en fresco (es decir, mejora la eficiencia con la actual estructura productiva) los precios en los mercados se desploman. Una posición, a mi entender, algo exagerada.
Tenemos el ejemplo de Chile, que a principios de la década de los 80 exportaba 30.000 toneladas de manzanas y hoy ese volumen se ubica por encima de las 700.000 toneladas promedio. O basta sólo mirar al Brasil, que en los ´90 colocaba cerca de 10.000 toneladas de manzana en los mercados externos y en la actualidad esa cifra supera las 120.000.
Aumentar los envíos de fruta al mercado no es algo fácil sin dudas, pero hay varios ejemplos que muestran que con esfuerzo y trabajo se puede.
El sentido común señala que al incrementar la demanda con una oferta sin cambios, los precios tienden a ceder. En este escenario, lo que hay que pensar es en ampliar los mercados hacia donde se dirige nuestra fruta. Existen nichos que son muy bien aprovechados por nuestros competidores a lo que hoy no llega la fruta del Valle. India, China, sudeste asiático, Medio Oriente, son todos mercados que no están siendo aprovechados por la Argentina. Muchas son las razones que se esgrimen para justificar la falta de presencia de nuestra fruta en estos destinos: barreras arancelarias, fitosanitarias, costos de flete, entre muchos otros, pero lo que uno en definitiva termina observando es que nuestros competidores están llegando a estos mercados y seguramente debieron sortear todas las barreras que hoy nos están exigiendo por nuestra fruta.
En este sentido, el accionar del Senasa y la Cancillería argentina han dejado mucho que desear cuando se analizan las trabas que existen hoy para nuestras frutas. Los empresarios regionales, por su parte, tampoco se han preocupado mucho por mejorar esta situación. Los grandes volúmenes de fruta siguen concentrados en tres o cuatro mercados tradicionales y las aperturas que se hicieron en los últimos años no han tenido un desarrollo importante en el segmento comercial de la región. Desde la CAFI aseguran que la cantidad de destinos a los que llega nuestra fruta se duplicaron en los últimos diez años. Las crudas estadísticas también muestran que en 1998 el 85% de la oferta regional de frutas estaba colocada en seis mercados y hoy esa proporción se mantiene; con volúmenes totales similares.
Conclusión: si no hay una positiva reacción del sector exportador, la actividad seguirá navegando en los actuales volúmenes comercializados con un ajuste que terminará recayendo sobre la producción. Y esto es lo que se observa en la actualidad.
QuÉ es lo que viene
Las peras y manzanas no son productos formadores de precios. Esto no se debe dejar de considerar. Los 29 centavos de dólar que se pusieron como referencia para que los productores exijan a los exportadores, es una ilusión política.
En temporadas negativas, como la que pasó, no hay forma que el sistema compense lo que el mercado no puede dar.
La medida de otorgar un subsidio directo a los productores es una salida, pero sólo para la coyuntura. Los 30 millones de pesos prometidos por la Nación representan para los pequeños y medianos productores unos 0,04 pesos por kilo de fruta cosechada. Algo más de un centavo de dólar. Si tenemos en cuenta que las empresas entregaron un promedio de 12 centavos de dólar por kilo y los productores exigen u$s 0,29 por su fruta, el monto que promete el Ejecutivo nacional es inverosímil teniendo en cuenta la crisis por la que atraviesa el chacarero. Y a eso hay que sumarle que las promesas de Nación, por lo general, no llegan en tiempo ni en forma.
Como señalamos al comienzo de esta nota, el escenario es complejo para la fruticultura regional.
Se debe tomar conciencia de que todos están en el mismo barco. Empresarios, productores, trabajadores, camioneros y proveedores. Todos deben poner algo de su parte para poder llegar con buena fruta a la cosecha que se avecina.
Paralizar la temporada en enero, como piensan algunos trasnochados, terminará por desplazar del sistema a los que ya están en una situación compleja: productores y empresas, porque la crisis no discrimina y todo inflexible reclamo que termine afectando el desarrollo de la temporada, lo pagará la fruta. Es decir, todo el sistema.
Es importante replantear objetivos de mediano y largo plazos en el sector empresarial en relación con su estrategia comercial. Ése sería tal vez el principal aporte que podrían hacer para la actividad con objetivos de mediano y largo plazos.
Los productores, por su parte, deberían comenzar a trabajar en la elaboración de sistemas asociativos para incursionar en los mercados. Es un tema complejo y que arrastra muchos fracasos, pero es una salida para aquellos que hacen las cosas bien.
Y los gobiernos, la otra pata del sistema, tendrían que abocarse a definir políticas activas que acompañen a la actividad.
Y esto no es sinónimo de más subsidios para el sector, sino de, por ejemplo, acompañar para la apertura de nuevos mercados y defender a la producción regional cuando ésta se vea afectada por medidas del gobierno central, como es el caso de las retenciones a las exportaciones.
Empezar a cumplir con estos sencillos tópicos es un buen inicio para encontrar el camino del cambio.
Qué exigen los productores
1.- Destinar el 100% para Río Negro y el 50% para Neuquén, de los saldos del Plan Frutícola Integral comprometidos para el 2009, a un aporte no reintegrable, para labores culturales por hectárea de frutales a productores de hasta 50 hectáreas.
2.- Flexibilizar las condiciones de empaque que permitan al productor vender la fruta en mercado interno y externo.
3.- Solicitar que el Ministerio de Trabajo convoque urgentemente a paritarias para antes del 15 de diciembre. A partir de esa fecha deberá someterse a un laudo.
4.- Pedir el acompañamiento del Ministerio de Trabajo con el Programa de Recuperación Productiva, por los seis meses de la temporada.
5.- Solicitar al Banco Nación Argentina la prórroga de los vencimientos reprogramados y a la AFIP, que cesen las intimaciones a productores por obligaciones impagas.
6.- Que sean atendidos por el Ministerio de Agricultura los productores afectados este año por las heladas primaverales en Río Negro y Neuquén.
7.- La reducción de las cargas laborales para la actividad frutícola.
8.- Gestionar la creación e implementación de leyes nacionales y provinciales para abastecer "comedores escolares y otros del país" con frutas de la región.
9.- La creación e implementación de "leyes nacionales de trazabilidad de buenas prácticas comerciales, de márgenes comerciales y de regulación del comercio de productos agrícolas perecederos" que relacionen el pago de reintegros y recuperos de IVA de exportación, beneficios en retenciones etc., de las empresas frutícolas, con el cumplimiento de contratos con productores primarios.
10.- Pronta implementación del Plan Frutícola Integral. Asegurar los fondos para los próximos años por una ley nacional.
11.- Condicionar el pago de reintegros y reembolsos a las empresas exportadoras que no paguen por la fruta que compran a sus productores primarios, un precio que cubra como mínimo el costo de producción referencial.