Martes 17 de Noviembre de 2009 > Cultura y Espectaculos
"Vinagre y Rosas", el regreso agridulce de Sabina
Sale a la venta su nuevo trabajo, "Vinagre y Rosas" y el viernes comenzará una gira por gran parte de la geografía española y latinoamericana.

Han pasado ya cuatro años desde que Joaquín Sabina dejara atrás aquella "nube negra" en que casi se ahoga tras su ictus cerebral y regresará con "Alivio de luto". Cuatro años sin nuevas canciones, pese a la tregua con los escenarios de su gira "Dos pájaros de un tiro", acompañado por Joan Manuel Serrat. Pero a sus 60, "el flaco" tiene claro que le quedan muchos versos por cantar, y muchas carreteras por recorrer.

Mañana sale a la venta su nuevo trabajo, "Vinagre y Rosas" y apenas unos días después, el viernes, Salamanca acogerá el primero de los conciertos que durante año y medio lo llevarán a recorrer gran parte de la geografía española y latinoamericana.

Eso sí, será una gira agridulce, como ya apunta desde su título, ya que es la última vez que estadios como Las Ventas o La Bombonera corearán sus versos. Su particular adiós a los grandes pabellones.

Hasta entonces, el cantante de Úbeda y madrileño de adopción vuelve más rockero que nunca, con 13 temas inéditos acompañados de un libro con dibujos y manuscritos en la edición de lujo, que van desde el Sabina más gamberro y crápula de "Blues del alambique" al más comprometido e íntimo de "Violetas para Violeta", en el que versiona a la cantautora chilena Violeta Parra.

Por si quedaban dudas, "Viudita de Clicqout" es toda una autobiográfica declaración de intenciones, en la que Sabina se desnuda sin tapujos: "A los cuarenta y diez naufragué en un plus ultra sin faro/ mi caballo volvió solo a casa, ¿qué fue de John Wayne?/ Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro/ con 60 qué importa la talla de mis Calvin Klein".

Sin embargo, pese a tener muchos de los ingredientes sabinianos, "Vinagre y Rosas" no es un disco al uso. Empezando por el primer tema y primer single, "Tiramisú de limón", que arranca acústico con cierto aire porteño de acordeón para mudarse al rock de la mano de las guitarras de Leiva y Rubén, el dúo madrileño Pereza.

 Y a los coros de sus habituales Pancho Varona y Antonio García de Diego se suma su amigo Serrat y otra de las sorpresas del disco: el futbolista del Real Madrid Guti. Como, según afirmó recientemente, la tranquilidad doméstica al lado de su novia Jimena no es el mejor caldo de cultivo para hacer canciones, Sabina tuvo que refugiarse en los líos de faldas de otros, y de ahí nació la experiencia de escribir a cuatro manos.

Así, tras una noche de copas con el escritor Benjamín Prado, ambos probaron a encerrarse ocho días en Praga, y entre risas, algún exceso y más whiskys, fueron dando forma a 11 temas del disco. "Vine a Praga a romper esta canción/ por motivos que no voy a explicarte", canta en "Cristales de Bohemia", una de sus baladas más nostálgicas.

 Pero quizá el tema más íntimo de todos, y el único que firma en solitario, es el que dedica a su hija a ritmo de vals, "Ay! Carmela": "Y no sé de qué modo/ dejar de adorarte sin duelo/ entre nunca y quién sabe./ Cuando quemes tus naves/ no me pierdas las llaves del cielo." Desde la rabia de "Embustera", la segunda colaboración de Pereza, al sentido homenaje a ritmo de rumba que rinde al poeta Ángel González en "Menos dos alas" o su particular embestida a la coyuntura actual en "Crisis", el decimoquinto álbum de estudio de Sabina es un disco de contrastes a la vez que un retorno al artista más de guitarra eléctrica y verso de la calle.

 Y, para sus fans más fetichistas, Benjamín Prado ha plasmado la intrahistoria del disco en "Romper una canción" (Aguilar), donde destapa al Sabina del otro lado de los escenarios y desvela su proceso creativo, sus miedos y sus sueños. Dice el cantante que prolongó su juventud hasta los 50. Diez años después, "Vinagre y Rosas" suena como antaño, tan joven y tan viejo, igual de Sabina. 

Por Elena Box
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