Martes 17 de Noviembre de 2009 Edicion impresa pag. 37 > Deportes
RÍO SUELTO: De las ilusiones a las realidades

A partir de la crisis que desató la renuncia de Alfio Basile, hace un año, la selección argentina se alimentó de ilusiones sobre un futuro mejor a partir de los cambios.

Una ilusión: el Coco está viejo y ya no entiende a los jugadores jóvenes. Tampoco esos jugadores jóvenes lo entienden a él. Otra ilusión: Juan Román Riquelme es amargado, juega lento y perjudica a Lionel Messi.

La ilusión: Diego Maradona. Su presencia lo recupera todo. El fútbol, el nivel de los jugadores. A él sí lo van a entender, con él sí van a jugar a lo que todos queremos que jueguen, blablabla...

Basile y Riquelme ya no están y a la selección la dirige Maradona, pero todo sigue igual. Claro que a siete meses del Mundial de Sudáfrica, estar igual es estar peor.

El proyecto de trabajo de Diego ilusionó en un principio: triunfos ante Escocia y Francia allá, y ante Venezuela, por eliminatorias, acá. Pero todo cambió tras el 1-6 en La Paz. Entonces se creyó que lo que no dejaba jugar al equipo era la angustia por una clasificación cada vez más complicada. Y la ilusión: todos estarán más tranquilos cuando todo esto pase. Todo esto pasó y todo sigue igual. Peor.

La llegada urgente al cargo de entrenador de la selección perjudicó a Maradona. Debió resolver todos los problemas que acarreaba el equipo y resolvió muy pocos.

Pero hubo algo peor: como a pocos técnicos le ocurrió antes, Maradona tuvo que justificar su autoridad casi desde el principio. No se recuerda a un técnico decir que es él quién arma un equipo o que es él quien toma decisiones. Que si sabe, que si no.

A menos de un año del Mundial, algo parece claro: se perdió demasiado tiempo tratando asuntos que no tienen que ver con la pelota. Y ahora, que no queda otra, la pelota se nos vuelve un pelotazo.

 

JUAN MOCCIARO
jmocciaro@rionegro.com.ar

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