Martes 17 de Noviembre de 2009 Edicion impresa pag. 5 > Nacionales
NATALIO BOTANA, HISTORIADOR: "Los gobernadores siguen a la espera de la voluntad del Príncipe"

- En junio usted dijo que el país que emergería de las elecciones sería, desde lo político, más complicado. Y se cumplió. ¿A qué lo acredita?

- La lista de factores es larga, pero creo que hay algunos temas determinantes. El gobierno no tomó nota de su derrota, de la queja de la sociedad por el estilo y modo de ejercer el poder. Sigue sin asumir que su proyecto de hegemonía excluyente está muy herido. La oposición, por su parte, sigue teniendo problemas para cohesionarse detrás de liderazgos que construyan, que generen consenso. Y si a estas dos cuestiones le sumamos la situación social y la intolerancia que prima en el discurso político, bueno? bien no estamos.

- Hace dos años, en una conferencia en la Feria del Libro, usted dijo que era muy difícil hablar de calidad institucional cuando a 10 minutos de la Rural se escalonaban millones de seres hundidos en la marginalidad. ¿Siente que se agravó esa situación?

- Sin duda? A minutos de aquí, de donde estamos usted y yo, hay otra Argentina que no tiene espacio, posibilidad de pensar en futuro; a no ser pensar en más de lo mismo, que ya padece: la miseria. Y la significación de este problema la tenemos todos los días en las páginas policiales. Éste es un tema ante el cual la política muestra su inercia en términos alarmantes

- ¿Qué sería dable esperar desde la política sobre esta cuestión?

- Cómo mínimo, clavar el problema en términos de una cuestión que nos atañe a todos y un piso mínimo de acuerdos para forjar respuestas que nazcan de acuerdos entre las fuerzas políticas ajenos a toda mezquindad, a toda especulación. Se trata nada menos y nada más que de cómo manejar las ´megaciudades´, una categoría, un rango urbano que ya es una realidad. Es decir, espacios urbanos con más de 10 millones de habitantes, donde, como he escrito en más de una oportunidad, existen guetos elegantes y pobres. Y espacios que crecen y crecen día a día vía las migraciones. Esto hace a Buenos Aires y al conurbano. Y es un tema político, porque es la política, con respaldo técnico, la que debe tomar decisiones sobre esta cuestión.

- ¿La dirigencia tiene pereza mental para referenciar los problemas en relación con el futuro?

- Hay mucho de eso, más allá de casos puntuales. Pero en general la dirigencia está muy ocupada en cuestiones que hacen a la lucha cotidiana por el poder.

- Siempre en relación con la crisis social, hay una idea dominante: el tema se soluciona con crecimiento económico, o sea la posibilidad de más trabajo. ¿No le parece que este pensamiento es muy mecanicista?

- Estoy de acuerdo con usted. Las soluciones son más complejas de lo que se piensan...

- Waquant, por ejemplo, sostiene que debe asumirse que la marginación no se resuelve con crecimiento?

- Y tampoco se resuelve el problema del desempleo creyendo que la economía demanda todo tipo de mano de obra y que esa demanda de hecho garantiza un salario digno. Hace tiempo que estoy entre quienes piensan que una de las mutaciones que se han dado en esta materia radica en que no se trata de dar trabajo sino de dar trabajo al que sepa trabajar. Y esto tiene que ver con la marginalidad, porque de hecho la marginalidad es una expresión clara, nítida, de gente que nunca pudo trabajar.

- Cuando publicó "Poder y hegemonía", puso el acento en la carencia de un federalismo sano en la relación Nación-provincias. ¿Desde aquel momento a hoy, hemos progresado?

- Nada. En lo concreto, seguimos como reflexioné en aquel libro: los gobernadores permanecen a la espera de la voluntad del Príncipe -Nación- para tener recursos que les son propios...

 

CARLOS TORRENGO
(carlostorrengo@hotmail.com)

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