En su conjunto forman un mosaico "que refleja el desencanto y el individualismo, no hay una idea de grupo que busca a otro para verse a uno mismo. Lo más común es que estén encerrados en su casa frente a una computadora, en el caso de las tribus urbanas más masivas", desliza Molina en una entrevista con Télam.
"Los grupos tienen factores de identificación muy livianos -subraya- sobre todo los que surgieron en la última década y están en boga en los medios como los floggers y los emos. Lo que importa es la apariencia y la moda, y en muchos casos la música pero de una manera superficial",
Encasillado en un grupo, "muchos no dudan en cambiar o en subdividirse como el caso de los anti-emos que cultivan una fobia a los emos y a veces lo demuestran con actitudes agresivas, o los Fox, en cambio, son una guardia pretoriana de los emos", dice el autor de "Tribus urbanas", publicado por Kier, en la nueva colección Babilonia.
El comportamiento dinámico es una de las constantes, "porque no es que alguien se compromete con una causa y le resulta más difícil salir. Todo es más flexible".
La marca estética, considera Molina, "tiene la intencionalidad de capturar la mirada del otro y también esta actitud es empujada por el uso de nuevas tecnologías. Por Internet cualquiera se puede exhibir sin problemas. El flogger sube sus fotos al blog con pequeños textos, la pantalla les da sentido por más que después se conozcan de manera personal".
Dos territorios aparecen en la ciudad como sitio de encuentro: "Desde hace casi dos años se juntan los miércoles y los sábados los floggers en las escalinatas del Abasto y frente al Palacio Pizzurno se agrupan los emos y subsidiarios o parecidos, todos de estéticas dark. Tienen una raíz más histórica ligada a la música u otra disciplina artística. Leen a Poe", acota.
Dentro de un mismo grupo, por ejemplo los floggers, hay subgrupos como "los chetos" o "los cabezas". "La herramienta que los junta es una computadora, un fotoblog en un locutorio; al ser tan abarcativa la herramienta, hay de diferentes clases sociales u orígenes", explica.
Los punks al ser una tribu más antigua, a lo largo del tiempo ha tenido distintas vertientes; hay punks de todo tipo: "de origen suburbano o de clase media alta, que se manifiestan por ejemplo en las canciones que escuchan".
"La cumbia villera -dice Molina- establece un vínculo estrecho con el rock chabón en la época de la debacle de las políticas del neoliberalismo ya que compartieron territorio. Y hubo bandas que sumaron ritmos latinos, populares, el candombe... Y tiene su explicación en los chicos de un barrio que tomaban cerveza con otras tribus".
"Hubo un cambio en los estilos musicales de los jóvenes y se fusionaron músicas y letras. Muchos acusaron a la cumbia villera de hacer apología cuando mostraba una realidad social. No era Ricky Maravilla en los 90 tocando cumbia en Punta del Este, a fines de esa época y principios de los 2000 fue inevitable que pasara a ser un género de denuncia", remarca Molina.
"En los emos, lo característico es un extremismo emocional, ligado al bajón, a la depresión, mientras que los rollingas al principio estaban muy identificados con los Rolling Stones pero al mezclarse en los barrios populares, empiezan a tener su propia manera de expresarse. Tienen una postura ideológica más marcada", describe.
La droga, analiza Molina, "no es un elemento que esté en primer plano en las tribus nuevas como floggers o emos. Puede haber en los cumbieros cerveza, vino en cartón, pero la droga no es algo primordial para ninguna tribu".
Otros grupos más pequeños, que se mueven en estos días son los otakus (culto del animé, el manga, los videojuegos, la música nipona) o las lolitas (vestidas como muñecas de porcelana en una mezcla de oriental y estilo victoriano).
El fenómeno de las tribus urbanas, se da también en las grandes ciudades como "Rosario, Córdoba y en menor medida en Bahía Blanca. Hay floggers sobre todo y emos, porque la transmisión se da por Internet. Por supuesto el epicentro siempre fue y será Buenos Aires.
(Télam).