Luego del último partido de la selección nacional y vistas las declaraciones del Diego, comencé a escuchar los más diversos comentarios, unos a favor, otros en contra, pero con argumentaciones tales que quienes estaban a favor decían: "Hay cosas más importantes y más graves que ocurren diariamente y nos venimos a fijar en esto"; "Diego respondió a quienes lo atacaban"; "Al final ganamos y nos clasificamos"; "Diego nos dio muchas alegrías"; "Bueno, el Diego es así, es auténtico".

En cuanto a los que estaban en contra, cabe decir que no se puede ofender a la prensa de esa manera; es el director técnico nacional, no puede hablar de esa forma, es una falta de respeto al televidente. Diego está loco o de nuevo se está drogando. Debe retractarse y pedir disculpas y la AFA, salir y decir que no está de acuerdo.

En rigor de verdad la selección jugó mal durante todas las eliminatorias y hay mucho por corregir. Los argentinos estamos contentos por haber clasificado y hubo periodistas que denostaron y no apoyaron a esta selección, sea por un encono con Maradona o por otros intereses.

Pero estos hechos me parecían muy poco profundos a la hora de analizar los dichos del Diego. En primer lugar me puse a pensar que muchos (y me incluyo) defendemos apasionadamente una u otra postura, aunque yo me incline por una tercera que se me ocurre como una mirada diferente ante las dos opciones que se presentan hoy en día y ante las cuales, tal como somos los argentinos, decimos "Diego sí o Diego no".

El mismo Diego se encargó de decir "Yo soy blanco o negro pero nunca gris". Es lamentable que no entienda que a veces el gris es el color de la armonía, del entendimiento, de la mediación, de la mesura, del equilibrio. Pero no sólo Diego piensa así: los argentinos tenemos un impulso natural que nos lleva a presentar nuestras propuestas tales como conmigo o sin-migo, guerra o paz, blanco o negro? y parece que nos enorgullecemos de tomar esas posturas sin razonar las consecuencias que las mismas pueden acarrear para terceros.

Qué nos impide ver el gris como un color que no tenga que ver con la falsedad o el querer quedar bien con Dios y con el diablo, no lo sé; sólo sé que en general nos gusta decir que somos negro o blanco.

Hasta aquí los dichos de los argentinos... "Somos así, que se la banquen"; "Si no les gusta que no nos hablen"; "Que se venga el principito"...

La pregunta que yo me hacía era: ¿somos realmente respetuosos de nuestra palabra empeñada y nos quedamos con el color elegido sea éste blanco o negro o nos damos vuelta no bien aparece una nueva oportunidad que nos deje mejor parados?

Creo que a través de la historia esta pregunta se ha respondido por sí sola: los argentinos procedemos como blanco o negro en forma indistinta, lo que nos ha llevado a ser un país impredecible, una sociedad panqueque, y a no darnos cuenta de la gravedad que a veces encierra ponerse de un lado u otro, el seguir diciendo que somos blancos o negros por el solo hecho de ocupar un lugar en la discusión o tema del momento sin tratar de resolverlo para bien de toda una comunidad.

Los que opinan blanco o negro sobre el tema Maradona, ¿se pusieron a pensar en las explicaciones que tuvieron y que tendrán que dar de aquí en más todas las maestras y profesores de alumnos de todo el país a sus niños y jóvenes?

Diego nos da en esta oportunidad la posibilidad de poner en el tapete varios interrogantes que se ciernen sobre cuáles son los límites del poder y la fama y es bueno que esto ocurra ya que son muy pocas las veces en que tendemos a desarrollar estos temas con la profundidad que se merecen.

Jorge L. Fernández

DNI 12.862.056

Bariloche