Llegamos juntos al porche del edificio que habita en Belgrano. Rostro cansado, Pedro Aznar extendió la mano para estrechar la de "Río Negro". Encuentros previos borran ya las presentaciones. Ascensor, llaves en la puerta y dos gatos salen a saludar. Allí están su piano y partituras de trabajo, estanterías colmadas de libros y CD, la compu on-line. Silencio sólo interrumpido por maullidos y ronroneos. Clima ideal para charlar.
Aznar está de gira por la región. Este miércoles estará en el Hotel Edelweiss, de Bariloche; el 19, en el Centro de Convenciones de Villa La Angostura; el 20, en el Teatro Amancay de San Martín de los Andes; el 21 estará en Casa de la Cultura de Roca y el 22 llega a Casino Magic de Neuquén. Todos los shows serán a las 21:30.
"Para mí, hacer música y este camino, ha sido siempre parte del entenderme como persona y de mi estar en el mundo. No es apenas una profesión, un oficio. Es un dador de sentido. Entonces, yo no lo podría traicionar sin traicionarme", dice Aznar "Río Negro".
-Cómo se va descubriendo eso? (Keiko, un mezcla blanco con siamés, acaba de subirse a su falda y maúlla reclamando atención. Risas).
-Ésta es la respuesta, ¿ves? Porque viene de adentro. De muy adentro. Eso hace notar que no es apenas un pasatiempo, por más que sea maravilloso. Es un entretenimiento divertido, es entusiasmante, pero no sólo eso.
-Es halagador al concretar las canciones, al recibir la respuesta del público?
-Sí, pero ésas son todas frutillas en la torta, felices agregados a estar haciendo algo que sentís desde lo más profundo.
-¿Dónde te ves más vos? ¿En la creación de una obra, en su proyección al público?
-La composición tiene mucho de interioridad, es como la tarea del escritor, estás solo frente a tu mesa o a un instrumento, vas dando rienda suelta a la imaginación y eligiendo dentro de los elementos que ella propone. Después está la exposición ante la gente que es un salto al vacío. Y en esa adrenalina se cuece el brebaje de éxtasis que da el escenario.
-En la creación estás solo ante vos mismo?
-Y frente al vacío de la posibilidad absoluta. La hoja en blanco es la posibilidad absoluta y provoca vértigo, desafío, intensidad. Todo junto.
-¿Incertidumbre?
-Sí? o sea que no es solamente una mirada hacia el interior, es una mirada exterior a un horizonte muy abarcativo.
-Horizonte que se corre a medida que avanzamos. Lo interesante es el camino recorrido mientras tanto.
-Cuando parece más cerca es cuando se aleja más, decía Atahualpa (Yupanqui). He trabajado en cuestiones que me han ido enriqueciendo y permitiendo ensanchar el horizonte. Claro que por momentos todo es arena movediza. El acto creador es un acto de riesgo. Es como parir. En el parto una mujer puede morir pero acepta el desafío porque está dando nueva vida. E incluso si le fuera la vida en ello, vale la pena? El crear es un parir y ante eso, estás absolutamente indefenso, y lo que sale puede matar. Metafóricamente. No poder parir puede matarte más que parir algo monstruoso, que puede ser hasta una hermosa catarsis. Pero no poder parir te puede matar.
-Produce miedo esa posibilidad.
-Y sí? además se siente. He descubierto los síntomas de preñez de lo creativo y son de una profunda intranquilidad. Me pongo terrible conmigo mismo, con la gente que me rodea. Me pongo fatal porque es una inquietud constante, algo que me desasosiega. No qué es ni de dónde viene. Es un no caber en mí. Y me he ido dando cuenta a lo largo del tiempo, cada vez más, que coincidía con fases previas a algún hecho creativo. Ya lo identifiqué, entonces aviso. ¡Cuidado que estoy en preparto o en posparto! Cuando acabo de tener un disco o de tener un libro, me da una tremenda nostalgia, una sensación de fin y de vacío, muy fuerte. Pero es más inquietante todavía la sensación de preñez, cuando no sé qué pasa y no sé qué pugna por salir. Tengo que irlo descubriendo, tirando de ese hilo a ver qué viene. Y siempre, de esas cosas, aprendo mucho.
-Se me figura como un gran sacudón orgánico y espiritual. Luego eso es una obra, queda fuera tuyo.
-Sí? eso vuelve, más que nada, a través de la gente, del lector. De lo que ellos reciben y cómo esa obra los modifica.
-¿Eso implica también un grado de responsabilidad?
-Sí, pero la responsabilidad es un arma de doble filo porque si uno se hace cargo de lo que está diciendo y se siente responsable, y peor aún, se siente responsable de lo que le pase a los demás con eso, puede convertirse en una camisa de fuerza.
-Que sujeta la creación.
-O la dirija hacia un fin determinado, lo que me parece un territorio peligroso. Hace poco estuve en la casa de Dalí y él me parece un excelente ejemplo de irresponsabilidad genial. El tipo se reservó toda la vida el derecho de investigar lo que quería, de tomarse el pelo a sí mismo y a los demás. Y de decir las cosas desde un lugar de si entendés bien y si no, problema tuyo? Porque su manera de pensar era daliniana. Hablaba desde ese acertijo que era, mezclando los idiomas a gusto. Eso también tiene coherencia con el manifiesto surrealista, de abandonar los cánones de la razón. Otra camisa de fuerza, si las hay. Por eso digo que la responsabilidad es arma de dos filos. Yo fui muy responsable muchos años de mi vida y me harté. Honestamente. Si no me puedo reservar el derecho de ser arbitrario, estoy siendo la mitad de lo artista que podría ser. Porque el arte es arbitrariedad y la belleza también.
-¿Qué pasa cuando las notas, las palabras, responden a tus impulsos?
-Pasa lo que yo quiero. Que es apenas la punta del iceberg. Y muchas veces es más rico cuando sucede lo que yo no esperaba, el -comillas- error, lo inesperado. Cuando el dedo fue para un lado que yo no suponía o para donde quiso el cuerpo. Muchas veces, así surgen las cosas más fértiles porque no están dictaminadas desde mi saber, sino desde mi intuición o azar. Y suele ser lo más rico.
-Podés describir, de los tantos momentos que tiene el transcurrir por la música, los que te llenan de un placer profundo?
-Uno es el de encontrar la punta de algo que me interesa y lo que sale tirando de ese hilo me entusiasma. Otro es cuando termino de escribir eso y veo que es una obrita; o cuando finalizo un poema y encuentro la manera satisfactoria de concluirlo; y lo releo y percibo que tiene una coherencia y es un hecho estético. Y otro tremendamente placentero es comunicarlo, mostrarlo por primera vez. Después, escuchar por vez primera una canción terminada. Tocar sobre el escenario, aunque muchas veces la repetición lleva a la distracción.
-El amor, ¿dónde aparece?
-Entra a tallar en cada uno de los momentos. Me siento a componer por amor, en un sentido muy amplio. Por amor a esta profesión, por amor en el sentido de pasión, por amor a mí mismo porque me estoy regalando a eso que me apasiona. Como una forma de agradecimiento. Como una manera de honrar estar vivo.