La reunión del Grupo de los 20 en Escocia dejó en claro que la economía mundial todavía transita por un sendero espinoso y que la recuperación llevará todavía varios trimestres.
El mantenimiento de los estímulos fiscales y financieros es el sello distintivo de este tiempo y al mismo tiempo se constituye en el epicentro de los debates políticos y académicos.
¿Hasta cuándo se puede mantener este aluvión monetario sin soportar consecuencias inflacionarias y sin provocar desequilibrios en las cuentas corrientes de los países? De un lado, se pregona que si se cortan los estímulos se volvería a caer en recesión tal como ocurrió en la década del ´30. Del otro lado, se sostiene que los estímulos sirven sólo para atenuar el impacto de la debacle y que, superado el punto más crítico, el exceso de dinero sólo provocará más inflación.
En ambos casos, los temores son fundados. Pero aquellos que postulan la primera posición olvidan que las causas de la crisis del ´30 son diferentes de las que generaron la actual. Más aún, el ambiente internacional es bien distinto.
Pero lo que sí tienen en común ambas es que la principal consecuencia que generaron es una brutal caída del salario y del empleo.
En estas circunstancias, con una gran masa de dinero volcada al mercado y ante una reactivación, la consecuencia inmediata será una fuerte inflación y un deterioro mayor del poder de compra del salario.
Sin embargo, hay algunos países que van a salir rápidamente de la crisis, se están adelantando a este escenario y están tomando recaudos. Son aquellos países que tienen superávit en su cuenta corriente y una tasa de ahorro interno elevada. Son los casos de China, Japón y Alemania. Más aún, el caso alemán es ejemplar. La canciller Angela Merkel dispuso una rebaja de impuestos para seguir estimulando el consumo y no afectar el empleo.
Otros países van a salir también rápidamente de la crisis a pesar de que no tienen las condiciones ideales, pero debido a su gran flexibilidad laboral y social verán atenuado el impacto. Ellos son los Estados Unidos, Canadá, Australia, India, Nueva Zelanda, el sudeste asiático y algunos países de Europa.
El resto, la zona Euro, Gran Bretaña, dependerá de las correcciones que hagan en sus cuentas y de lo que traccionen los países más ordenados. Otro conjunto de estados son los emergentes que mantienen una férrea disciplina fiscal y una tasa de ahorro e inversión alta. Esta situación les valió mantenerse a flote en la crisis y este mismo piso les servirá de trampolín para el despegue. Son los casos de los sudamericanos, a excepción de Bolivia, Venezuela, Ecuador y Argentina.
En el caso local, la Argentina tiene su economía paralizada, con sus cuentas en rojo, sin inversiones, con cinco millones de desempleados y subempleados, y otro tanto de trabajadores informales, con una tasa de ahorro interno bajísima, con plantas y servicios tomados, con millones de personas pugnando por una misérrima ayuda alimentaria, con el crimen dominando las calles y un gobierno premiando a sectores privilegiados.
A pesar de su enfrentamiento con el sector rural, la economía argentina depende pura y exclusivamente de la demanda externa de productos agropecuarios. ¿Qué pasaría si el sector rural no vende sus productos? ¿Qué otros productos vende la Argentina? Sin llegar a un punto tan extremo, las condiciones para el país no son las mejores, a pesar del canto de algunas voces que pronostican subas del producto. De acuerdo con estimaciones internacionales, en el 2010 habrá una supercosecha de soja y maíz en el mundo, lo que impactará en la cuenta corriente argentina. Hasta ahora, los precios son sostenidos por la participación de los "hedge funds" en el mercado de commodities ante la debilidad del dólar en el mundo.
¿Qué pasará con los commodities cuando el dólar recomponga su valor y la Reserva Federal suba la tasa de interés? Aun con todo, y cuando se cumplan los pronósticos oficiales de un crecimiento del 3%, ¿quién frenará la inflación en el 2010 cuando empezarán a discutirse los aumentos salariales y cuando el gobierno recorte los subsidios al transporte y a la energía? Mientras tanto, el gobierno comenzó a poner en práctica un ajuste de variables que van en ese sentido. Los aumentos de combustibles, cigarrillos, monotributo, las prórrogas de los impuestos al cheque, ganancias y bienes personales, conforman un nuevo detonador de un ajuste de precios.
En silencio, el gobierno alimenta la inflación y el monstruo volverá al ataque contra todos...
MIGUEL ÁNGEL ROUCO (*)
DyN
(*) Analista económico