WASHINGTON.- Enfrentado a una serie de arduos desafíos asiáticos, el presidente Barack Obama inició ayer su primer viaje importante a la región, donde una China emergente y un Japón con confianza renovada están disminuyendo la estatura de EE. UU. en diplomacia y en comercio.
Ya convertido en el presidente más viajero en su primer año en el cargo, Obama partió a Tokio en una gira asiática que agregará cuatro países -Japón, China, Singapur y Corea del Sur- a los 16 que ya ha visitado.
El viaje también pone de manifiesto un continente en cambio vertiginoso. "Una de mis tareas más importantes es seguir fortaleciendo la relación entre Estados Unidos y Asia´´, dijo Obama.
En ruta a Tokio, Obama planeaba hablar a los soldados en la Base Elmendorf de la Fuerza Aérea. Esa escala -su primera visita a Alaska- era un recordatorio de la decisión que tiene pendiente de si ordenar o no un refuerzo militar masivo en Afganistán.
En un conciliábulo de guerra el miércoles, Obama rechazó las cuatro opciones de guerra para Afganistán que le presentaron y pidió revisiones que combinen los mejores elementos de las propuestas, dijo ayer el secretario de defensa Robert Gates. Los cambios podrían alterar el modo y número del envío de refuerzos estadounidenses a aquel país. Se cree que no decidirá la cuestión hasta su regreso del Asia a fines de la semana próxima. También queda pendiente por ahora la reforma al sistema de salud.
Pero si algo concentra el interés de Obama es la relación de Estados Unidos con China. La potencia emergente es hoy un importante compañero de juego en todos los problemas globales.
Las expectativas de que China desempeñe un mayor papel a la hora de capear la crisis económica y el cambio climático, en las disputas nucleares con Irán y Corea del Norte e incluso en Afganistán y Pakistán o en la lucha contra la propagación de armas de destrucción masiva y en los esfuerzos de desarme, son altas.
Durante las conversaciones con el jefe de Estado y de partido chino Hu Jintao en la cumbre Asia Pacífico (APEC) este fin de semana en Singapur y su posterior visita a Pekín, el presidente estadounidense buscará una mayor cooperación de China en aquellos asuntos que mayores quebraderos de cabeza le provocan. Ni China ni Estados Unidos pueden tener éxito sin cooperar, asegura Obama. Ese es el motor de la "colaboración estratégica" y por ello su visita a China es tan importante.
No obstante, el experto en China David Shambaugh, desde hace años experto en China del Instituto Brookings en Washington, advirtió contra expectativas demasiado altas que fácilmente podrían verse defraudadas: "China es un actor global, pero no una potencia mundial". Al igual que Estados Unidos, al que la decadencia económica y el trauma de las dos guerras en Afganistán e Irak han asestado un duro golpe, China está inmersa en su propia crisis de identidad.
La pregunta de si China deberá actuar en un futuro como "una gran potencia responsable" y de qué obtendría a cambio ha desencadenado un intenso debate en Pekín. Hasta ahora predominaba la postura de que China debería seguir manteniendo la línea del que fue artífice de importantes reformas, Deng Xiaoping: "Ocultar sus capacidades y esperar el momento adecuado para lograr algo". Aunque esta máxima sólo basta para un compromiso puntual con el mundo.