Por CATHERINE E. SHOICHET
MÉXICO.- Unos pistoleros balean a un sacerdote y a dos seminaristas. La policía irrumpe en una iglesia durante una misa para capturar a un narcotraficante. Los sacerdotes confortan a familias de las víctimas y luego escuchan la confesión de los asesinos.
El clero católico, cada vez más atrapado en medio de la guerra contra el narcotráfico en México, está preparando una estrategia para lidiar con la violencia, ayudado por colegas que han enfrentado situaciones similares en Colombia e Italia.
"Nos convertimos en rehenes en esta confrontación violenta de ajustes de cuentas de los cárteles que están sobre nosotros", dijo Felipe Aguirre, arzobispo de Acapulco y en cuyo estado, Guerrero, fueron asesinados el cura y los seminaristas en junio.
La Conferencia del Episcopado Mexicano, que se reunió esta semana para analizar la crisis, planea emitir un reporte con recomendaciones para sacerdotes y feligreses residentes en los puntos candentes del narcotráfico en el país.
El portavoz del Vaticano, reverendo Federico Lombardi, dijo que los obispos mexicanos están dando un paso importante.
"Es bueno que la Iglesia Católica esté involucrada en los principales problemas sociales en un país", dijo. "Especialmente cuando el asunto es tan grave como la violencia que generan las drogas".
Los obispos dicen que México es el segundo país más peligroso para los sacerdotes en América Latina, después de Colombia. Dos de cada 10 sacerdotes en el país enfrentan graves peligros, afirmó un informe de la conferencia difundido en agosto. "Hablar trae consecuencias. Callarse también trae consecuencias´´, dijo el padre Manuel Corral, vocero de la organización eclesiástica.
Sordo y mudo
El arzobispo Héctor González, del estado de Durango, uno de los más afectados por los cárteles de la droga, conoce la experiencia bien de cerca.
González dijo en una conferencia de prensa en abril que el narcotraficante más buscado de México, Joaquín "El Chapo" Guzmán, vive en un pequeño pueblo y todo el mundo lo sabe, excepto las autoridades.
Días más tarde, investigadores encontraron los cadáveres de dos tenientes del ejército en las montañas de Durango acompañados por una nota que decía: "Ni gobierno ni sacerdotes van a poder con El Chapo".
Luego de los asesinatos, funcionarios gubernamentales dijeron que han incrementado la vigilancia en el área. Guzmán, el líder del cártel de Sinaloa, sigue prófugo. González -siguiendo el consejo de líderes de la Iglesia- decidió no hablar más, limitándose a decirles a reporteros: "Estoy sordo y mudo´´.
La larga batalla de México contra el narcotráfico ha representado un dilema a veces mortífero para sacerdotes cuyas congregaciones podrían incluir a cultivadores de marihuana o asesinos a sueldo de los cárteles.
En 1993, el cardenal Juan Posadas Ocampo murió en una lluvia de balas en el estacionamiento del aeropuerto internacional de Guadalajara, en el centro de México. Las autoridades dijeron que un grupo de narcotraficantes lo mató por error al confundirlo con un traficante rival. Pero algunos líderes de la Iglesia dicen que Posadas fue asesinado a causa de sus denuncias del tráfico de drogas.
Desde que el presidente Felipe Calderón lanzó su guerra contra los cárteles luego de asumir el cargo en el 2006, éstos han respondido con toda intensidad: la violencia se ha extendido en el país, derivando en la muerte de casi 14.000 personas, y los sacerdotes no han sido inmunes.
En junio, el padre Habacuc Hernández, de 39 años, fue asesinado camino de un retiro espiritual junto con dos seminaristas, Eduardo Oregón, de 19 años, y Silvestre González, de 21. Unos pistoleros los obligaron a salir del auto en que viajaban en el pueblo de Arcelia, en Guerrero, y los mataron a tiros. La región es conocida por la producción de marihuana y opio y como ruta de tránsito de cocaína.
Dos meses más tarde, fuerzas federales en el vecino Michoacán allanaron la iglesia del Perpetuo Socorro en medio de una misa, encerrando en el templo durante horas a más de 200 feligreses y el sacerdote.
La redada culminó con el arresto de un alto dirigente del cártel La Familia, que al parecer usa la retórica de la religión y la moral familiar para reclutar miembros.
Las autoridades eclesiásticas exigieron -y más adelante recibieron- una disculpa del gobierno mexicano por interrumpir la misa.
Los obispos invitaron a funcionarios mexicanos a su reunión de esta semana, en la que discutieron las experiencias del clero local y cómo los líderes de la Iglesia en otros países han lidiado con la violencia.
Los obispos han consultado con el padre Luigi Ciotti -fundador de una importante agrupación antimafia en Italia- y con el sacerdote colombiano Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, quien en el pasado se vio obligado a exiliarse de su país a causa de las amenazas de un cártel.
Monseñor Salvador Cisneros, de Tijuana, dijo que Henao visitó su ciudad en febrero y exhortó a los sacerdotes a respaldar a los grupos de ayuda a las víctimas de la violencia y a hablar con los criminales.
"(Henao) insistió mucho en visitar la cárcel. Es importante conocer a los violentos, dialogar incluso con los secuestradores, porque eso da un conocimiento de la realidad", dijo Cisneros.
Ciotti, que viaja con guardaespaldas a causa de las frecuentes amenazas de la mafia, le dijo al diario mexicano "Reforma" que México se está pareciendo mucho a su país. "Esta violencia, secuestros, los muertos, me recuerdan mucho la historia que vivimos en Italia", dijo Ciotti.
Para combatir el crimen organizado, Ciotti fundó Libera, una organización que coordina proyectos antimafia en Italia, como emplear granjas y edificios confiscados a criminales como escuelas y centros de rehabilitación de drogadictos. "La experiencia que el padre Ciotti transmitió es que la solución a los problemas no viene ni de arriba ni de un líder. Viene del conjunto de las personas que van a poder agruparse por una lucha común", dijo Corral. (AP)