A estos y otros interrogantes intenta responder el documental "Padres de la Plaza: 10 recorridos posibles", de Joaquín Daglio, estrenado en la competencia argentina del Festival de Mar del Plata.
"No teníamos tiempo para dedicarnos cien por ciento a la lucha, teníamos que ir a trabajar", "Nuestras mujeres nos decían que éramos muy calentones y que mejor nos quedáramos en la recova esperándolas", "Cuando nos quisimos organizar, primero discutíamos de política, luego de fútbol, y al final no hablábamos de lo que teníamos que hablar": a lo largo del film de Daglio, diez padres que perdieron a sus hijos durante la última dictadura argentina (1976-1983) aventuran respuestas que en 30 años nadie había salido a buscar.
"Ninguno de los que trabajamos en esta película tenemos una historia previa de militancia en organismos de derechos humanos, lo que nos vincula es haber nacido durante la dictadura, por eso sentimos que esta historia es parte de nuestra vida", explicó hoy el director, nacido en 1975, en entrevista con dpa, después de una emotiva presentación de la película en la cual participaron nueve de los diez padres, ya que uno murió.
"Cuando se cumplió el 30 aniversario de la dictadura (2006) me encontré con unos amigos en la marcha de la Plaza de Mayo y nos preguntamos ¿qué habra sido de los padres?". "Padres de la Plaza" es el primer largometraje de Daglio, que estudió Diseño de Imagen y de Sonido en la UBA. El rodaje comenzó en 2006 y duró cuatro meses. "Algo que le llamó la atención en los organismos de DDHH y los alegró mucho fue justamente que nosotros no teníamos un vínculo directo con la tragedia de la dictadura, sino que nos acercamos desde el corazón", afirmó.
La cámara se mete en los hogares de los padres (dos pilotos, un abogado, dos comerciantes, un oftalmólogo, un albañil, un contador, un fotógrafo y un psiquiatra), en los cuartos de quienes fueron sus hijos, en aquellos hogares habitados por recuerdos gratos y dolorosos. "Este cartel tiene muchas marchas...las veces que habré llorado con esto en las manos", afirma el albañil Oscar Hueravilo, de 76 años, mientras muestra a la cámara la pancarta con la foto de su hijo Oscar, secuestrado en 1977, junto su pareja, Mirta, también desaparecida.
Julio Morresi, de 79 años, abre la puerta de lo que era el armario de su hijo Norberto, desaparecido en 1976 a los 17 años, y muestra la leyenda que éste grabó del lado interior cuando era apenas un adolescente: "Es preferible morir de dolor que de vergüenza". En una escena conmovedora, Jaime Steimberg, quien falleció en enero del año pasado, va revelando el contenido de la billetera que su hijo Luis, desaparecido en 1976, arrojó a la calle cuando fue secuestrado: un DNI, un boleto de colectivo, un paquete de cigarrillos y dinero ya amarillentos por el paso del tiempo.
"Con esto tenemos una parte de Luis". Los padres reflexionan, también, acerca de cómo pudo haber influido su educación en la formación como militantes de sus hijos. Algunos son peronistas, otros radicales, otros progresistas, otros comunistas, algunos nunca tuvieron una militancia definida, como el abogado de la localidad de San Isidro Rafael Beláustegui, que tiene tres hijos desaparecidos. "Yo volví en el avión que trajo a Perón de regreso al país en 1973.
A veces pienso que si yo no hubiera traído de regreso a Perón, mi hijo Rubén quizá estaría vivo", reflexiona desde la mesa de un bar el piloto Teobaldo Altamiranda, de 80 años. En total Daglio y su equipo grabaron 40 horas de entrevistas, aunque previamente se reunieron en varias oportunidades con los padres para generar la confianza y el clima necesarios para que pudieran hacerse de una voz propia. "Nosotros seguimos viendo la película, dialogando con ella. Al margen de que ya la terminamos, el material se nos sigue iluminando de distintas formas.
Pero nos sigue conmoviendo y eso es muy positivo, y nos gustaría que este trabajo genere otros trabajos, más preguntas y nuevos espacios de reflexión", señaló el director. Durante la conferencia de prensa posterior a la proyección, los nueve padres presentes recordaron que nunca dejaron de pelear y que su lucha continuará "hasta que aparezca el último de los desaparecidos".
Sentada entre ellos había una única mujer, la viuda de Jaime Steimberg, quien resumió el valor de la película en pocas palabras: "Los padres lucharon tanto como nosotras, pero de ellos no hablaba nadie. Ellos corrían todos los riesgos, nos venían a buscar cuando caíamos presas... Nosotras parimos a nuestros hijos y por eso teníamos ese sentimiento de lucha, pero nuestros compañeros también hicieron su lucha, lo que pasa es que tenían que trabajar. Ahora que vi esta película, ya me puedo morir tranquila". (DPA)