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Chicas rapaces | ||
Son adolescentes que "cobran por favores sexuales" indiscriminados para consumir aún más, en lo inmediato. Son "las nuevas prostitutas". Así las llama la periodista Teresita Ferrari, quien las retrata profundamente en "Chicas caras", una investigación que le llevó dos años de trabajo intenso en todo el país. La autora asocia este fenómeno al de los "hijos subvencionados", quienes cobran a sus padres hasta por las notas buenas que sacan en el colegio. | ||
Son adolescentes que "lo hacen" para tener más dinero para comprarse toda ropa de marca, el último celu o la notebook más trendy. O por una Nike, un Louis Vuitton o una Mini Cooper. "Lo hacen" con amigos, compañeros de cole, amigos de sus padres o desconocidos, directamente. Cuando cobran tras hacerlo no se identifican como prostitutas pero sí lo consideran como su "primera práctica laboral", donde el cuerpo es la herramienta justa para acceder a cuanto desean en el mismo momento en que lo desean. Es que son infernalmente consumistas. Están abrumadas por lazos familiares rotos, pervertidos o ahogados en algunos casos o bien tienen padres ausentes, en la mayoría. Capaces de romper con esa idea que relaciona la entrega sexual con el placer o el amor: "Eso es ingenuidad", dicen ellas. La periodista Teresita Ferrari acaba de sacar su último libro, "Chicas caras" (editorial Atlántida), donde las retrata con una profundidad y una seriedad increíbles. -Demolida, cansada. -Es que las diez historias de vida de estas chicas son demoledoras. -Escribí un libro atrevido porque se anima a indagar un tema tabú. Nadie lo quiere reconocer por conveniencia. Si bien se focaliza en la prostitución adolescente devela muchos otros temas. -¿Como por ejemplo? -Que desde chicos nuestros hijos cobran por todo y sus padres pagan todo con tal de sacárselos de encima. Todo está valorado en términos de dinero. Estas chicas que yo entrevisté, una decena de las miles que hay, no ven a su alrededor un sistema amoroso. No reciben una educación sentimental: por ello, no tienen en absoluto marcado el valor del amor. Salen bien en el examen porque reciben dinero; se diploman porque les regalan un departamento; visitan a la abuela porque tendrán efectivo para el fin de semana... y así todo. Teresita relaciona esta tendencia al concepto de "los hijos subvencionados", que todo lo hacen por el cash. "El placer o el orgullo que hasta hace una generación o dos suponía aprender, obtener un título o realizar algún tipo de esfuerzo ha perdido hoy sentido: para muchos jóvenes hoy esforzarse tiene un precio, reditúa y, por qué no, enriquece. ¿Por qué sorprenderse si, en contextos de mayor precariedad y sordidez -económica o emocional-, algunas jóvenes deciden cobrar por lo que hacen con su cuerpo por tener lo propio con inmediatez y sin la intervención invasora de los padres?", dice la autora. Una dice: "Todas quieren ser como Wanda Nara, que de la nada lo tiene todo. Sale en la tele, es rubia, consiguió un novio y se casó como Carolina de Mónaco". Otra piensa: "Me gusta la plata y eso no está mal. Mi padre siempre nos dijo que tener es poder y a él le va bien con esa teoría. Si no tenés nada, sos esclavo del que te da laburo. Yo ni pienso en eso. Lo que quiero es tener lo mío: haré una carrera -ni idea cuál, por ahí psicología- y aquí no volveré nunca más. Tampoco quiero seguir cobrando cuando tenga mi carrera y ya esté en edad de heredar. Mientras tanto me hago valer". Y está la que dice: "Un día mi papá me pidió que lo acompañara a un remate de ganado, aquí cerca. Vendían una tropilla de raza y estaban todos los cabezotes de la zona. Entre ellos un estanciero de aquí, padre de una amiga mía: el tipo está que se parte de lindo. Comió con nosotros y en un momento en que mi viejo se fue a saludar a alguien, me encaró: 'Vos y yo nos tendríamos que ver más seguido, ¿no?'. Me di cuenta de que quería hacerlo y no demoré en decirle que sí. Nos encontramos la semana siguiente en Rosario. Yo fui a hacer unos trámites y él estaba en una reunión de cerealeros. Nos fuimos dos días a un hotel divino y nos matamos. Yo llamaba y mentía que estaba en la quinta de una amiga. Me dio una fortuna por los dos días. Con ese dinero me compré de todo". La autora, acto seguido, reconoce en su libro: "Me corre un escalofrío cuando pienso en el encuentro de una chica aún adolescente y el señor rico, padre de una compañera y amigo de su propio padre. ¿Cómo se programan dos días 'de amor' en un hotel exclusivo? ¿Qué se dijeron al instalarse? ¿Cómo se despidieron? ¿Qué hay de los futuros encuentros en el pueblo, inevitables?". -¿Por qué no se reconocen ellas como prostitutas? -Porque no andan por la calle, no van a prostíbulos y son de clase media, en general. Porque tienen cierto estilo de vida y que eligen con quién acostarse. -¿Pero el estilo gatúbela las vende? -Este estilo lo copian de la televisión, donde los cuerpos son exhibidos como medios para alcanzar algo, como trofeos a negociar y donde las chiquilinas, sexo mediante, se hacen famosas. -¿Qué futuro depara a estas chicas? -¿El de "eternamente prostitutas"? -Fuerte lo que decís. Por lo doloroso y determinante que suena. -Es que es muy incierto que salgan de este circuito. Primero, porque cuando se den cuenta del precio que están pagando por esta opción de vida serán grandes para ponerse a estudiar y capacitar. Segundo, ¿dónde van a obtener tan fácil y rápido el dinero que ansían? Son rapaces y audaces: el trabajo no les cuadra, en este sentido. Ganar el dinero con facilidad es una trampa más que tentadora: es mortal. Una de las entrevistadas dice que no se va a deslomar por un sueldito mensual. Teresita recuerda que el dinero negro que en tiempos pasados circulaba para la compra de armas, drogas y fauna, hoy se destina al consumo de prostitución. -¿Por qué te parece que ocurre esto? -No tengo una respuesta pero sí un indicio: los hombres adultos, jóvenes y adolescentes cada vez buscan más el sexo rápido, "a medida" y sin compromisos emocionales aunque eso resulte caro. Y tengo otra certeza que suma a esta idea anterior. Hoy el amor no ocupa el lugar que ocupaba hasta hace poco ni es concebido como se hacía antes. -¿Qué te parece que aporta tu libro difundiendo este tema? -Una sociedad debe conocer siempre las cosas que le pasan y debiera tomar todos los recaudos para ver cómo se ayuda a este grupo de chicas que nos pertenecen. Más de una de ellas bien pueden ser nuestras hijas. Cuestión de precio Los docentes de Nivel Secundario han sido los primeros en advertir esta conducta en muchas adolescentes de la zona. Algunas veces hasta "lo hacen" por una cerveza o un viaje en taxi, afirman: "La cuestión es ponerle precio a su práctica sexual". Lo hacen con conocidos y desconocidos, con los innumerables riesgos y consecuencias, alertan. HORACIO LARA | ||
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