Domingo 08 de Noviembre de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Internacionales
La dimensión política del horror de Fort Hood
La masacre ocurrida en la mayor base militar de los Estados Unidos puede convertirse en un gravísimo problema para Obama. Esta posibilidad se acrecienta a medida que pasan las horas.

WASHINGTON (DPA).- También hubo una pizca de alivio en medio del horror por el baño de sangre: el tirador de Fort Hood actuó solo y, según todos los indicios, no era un "sleeper", un terrorista a la espera de una orden para llevar a cabo un atentado. Pero a medida que prosigue el goteo de información sobre Nidal Malik Hasan, hay otro aspecto que se presenta cada vez con mayor claridad: la tragedia desatada este jueves en la mayor base militar de Estados Unidos pudo ser un acto desesperado de un único hombre, pero tiene también una dimensión política más amplia.

El presidente estadounidense lleva semanas discutiendo con sus asesores una nueva estrategia en Afganistán. El general a cargo de la misión, Stanley McChrystal, quiere al menos 40.000 soldados más en la región. Obama no quiere arriesgar más vidas si no es imprescindible y si no hay una misión clara. Estados Unidos acaba de vivir el mes más sangriento en Afganistán desde el inicio de la ofensiva, con 55 soldados muertos. Sobre ese fondo revuelto llega la masacre en Fort Hood: un brote de violencia desatado por el pánico ante el envío a Afganistán (próximo destino de Hasan), por el rechazo a la guerra, la sensación de desesperación y también por odio. Después de todo, el autor era un psiquiatra encargado de tratar las perturbaciones postraumáticas de soldados que regresaban de la guerra. Según su familia, no soportaba las escenas narradas por sus pacientes, muchos de ellos mutilados, y la visión del horror que transmitían.

Si la ira crecía en Hasan, ¿hubo señales de advertencia que permitieran esperar este final? Un ejército de expertos investiga no sólo el por qué de la masacre, sino también cómo pudo producirse. Todos coincidían hoy en que el psiquiatra acumulaba años de una desesperación creciente. En Internet se encontraron también algunas opiniones del tirador que al menos parecen indicar cierta disposición a recurrir a la violencia. Pero nadie notó nada ni se ocupó de ello, ni siquiera el propio Hasan: "Era psiquiatra, pudo haber reconocido las señales en sí mismo", opinó un colega. "Pudo y debió haber buscado ayuda, pero no lo hizo. Eso hace todo aun más incomprensible".

Fort Hood se convierte así en una nueva llamada al Ejército para que refuerce el apoyo a los soldados que vuelven afectados de la guerra. Se estima que un 30% de los efectivos estadounidenses que regresan a casa lo hacen con problemas psíquicos, como depresiones, pánico y ataques de ansiedad.

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