Seguimos alterados. Y agobia. De modo que estas líneas se ocuparán de asuntos más edificantes que los últimos acontecimientos amparados por la luna, cuya luz es la única que acompaña a los que no tienen luces para explicar razones a cara descubierta.
De aquello que nos abochorna bastará decir que siguen los actos de anónimo vandalismo contra bienes de concejales o funcionarios municipales (cortes de cubiertas, ácido sobre vehículos, pedradas a domicilio).
Bastará decir que una concejal investigada por presuntas actitudes impropias de su investidura (participar de un tumulto público seguido de supuestos actos de hostigamiento a terceros), acusa a sus investigadores (el propio oficialismo) de ser quienes "se reúnen de noche, mandan gente y hacen anónimos". Una imputación que debería helar la sangre en democracia.
Y ser investigada, de paso.
Bastará decir que en el Deliberante sigue habiendo víctimas y victimarios políticos en permanente intercambio de roles. Bastará decir que la intendente Sapag parece decidida a viajar de gestión en gestión y llamarse a silencio, en medio de la crispación política.
Mis respetos para aquellos legítimamente angustiados con este clima denso que se vive en la ciudad, estén en el oficialismo, en la oposición, en las organizaciones sociales o sean ignotos vecinos. Mis respetos a los que hacen lo que dicen, equivocados o no pero coherentes con sus ideas. A los otros, de verbo fácil, vendedores de humo, adoradores del sol donde el sol caliente, mi vergüenza ajena.
Dicho esto, vamos al tema. Por fin hay algo bueno que contar del hospital de San Martín de los Andes. Y recuérdese que la colapsada situación del hospital ha tenido bastante que ver con los enfrentamientos en el Concejo Deliberante, con las denuncias de inconducta e intolerancia, con las imputaciones de lanzar "cortinas de humo" para confundir lo importante con lo accesorio...
Pero no. No se trata del alentador hecho de que el gobierno nacional destinará (si se aprueba el proyecto de Presupuesto 2010) 25 millones de pesos para el nuevo Ramón Carrillo. Al cabo, se necesitarán otros 25 millones para terminar el complejo de salud que reemplazará al viejo hospital céntrico, y vaya uno a saber cuándo la atribulada administración de Jorge Sapag hará ese gasto.
No, tampoco es que se saldó el pago a los proveedores; que se acabaron las carencias de personal; que no faltan medicamentos; que los quirófanos están a pleno; que ampliaron las dependencias de Laboratorios, las de Estadísticas, los consultorios. Nada de eso. Es "apenas" que la comisión técnica enviada por el ministerio de Salud y los profesionales y directivos del Ramón Carrillo y de Zona Sanitaria IV, están de acuerdo prácticamente en un 90 por ciento sobre cómo será y qué tendrá (o debería tener) el futuro nuevo hospital.
No es un dato menor, porque más de seis meses atrás (parece que estas reuniones se hacen de a una por semestre), apenas estaban de acuerdo en un 10 por ciento.
Ya se perfila en el dibujo un hospital de no menos de 100 camas, al tope del rango posible en la escala de complejidad media para el sistema de salud provincial.
Fuentes consultadas, participantes de esa reunión, dijeron que fue una jornada de labor altamente satisfactoria, distendida y con sólido contenido técnico.
Como se ve, en el Estado hay gente que todavía disfruta con su trabajo.
FERNANDO BRAVO
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