El clima político está calentándose progresivamente en Paraguay y el presidente, Fernando Lugo, debe hacer equilibrio para garantizar la estabilidad institucional del país.
El ex obispo católico admitió el viernes que su vicepresidente, Federico Franco, puede estar conspirando en su contra, dando asidero a denuncias hechas por el senador liberal Luis Alberto Wagner, más temprano, en declaraciones a DPA.
Wagner sostuvo que el plan de la oposición, impulsado entre otros por el senador "colorado" Juan Carlos Galaverna, apunta a "generar el caos y la inseguridad" en el país para encontrar argumentos que justifiquen el desplazamiento de Lugo.
Agregó que "ya están armando el gobierno sustituto que quieren poner" y reveló que a él le ofrecieron ser ministro de Agricultura y a Miguel Saguier y Alfredo Jaeggli, también senadores liberales, la cancillería y el Ministerio de Hacienda, respectivamente.
El también senador oficialista Sixto Pereira, del Partido Tekojojá, acusó a "grupos económicos ilegales" que dijo "se resisten a legalizarse" y a "respetar las leyes".
En declaraciones a DPA, Pereira dijo que esos sectores, más la oposición política, son los que "quieren destruir la institucionalidad" porque "no se resignan a perder el poder" que ejercieron durante más de 60 años.
No es fácil saber cómo reaccionarán los paraguayos si en el país se desencadenan los hechos y se desemboca en una crisis similar a la que afectó a Honduras, en junio pasado. El gobierno no tiene la fuerza suficiente en lo institucional, porque es minoría en el Congreso, no tiene al Poder Judicial de su lado y solamente cuenta con el respaldo de grupos políticos minoritarios y algunas organizaciones sociales.
Hasta ahora, el presidente Lugo se ha mantenido haciendo equilibrio en ese frágil escenario que le es ampliamente desfavorable y que lo obliga a insistir en el diálogo y las exhortaciones al entendimiento amplio y sin exclusiones.
Sin embargo, los ataques de la oposición son permanentes y, en ocasiones, se han sumado algunos líderes de la Iglesia Católica, como el obispo de los departamentos de Concepción y Amambay, Zacarías Ortiz, quien presionó para que se endureciera la lucha contra la inseguridad.
"Si Lugo no combate es porque no le interesa lo que sucede o también está dentro" deslizó, en alusión a acusaciones de la oposición de que el mandatario encubre a un presunto grupo guerrillero que operaría en el país. Se trata del llamado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), al que se le atribuye el secuestro del ganadero Fidel Zavala y las amenazas de una suerte similar para políticos, empresarios y hasta funcionarios públicos.
En los últimos diez días, el líder de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), Lino Oviedo, reclamó la renuncia de Lugo por "incapaz" y el titular del Senado, también opositor, Miguel Carrizosa, le reclamó al presidente "comportarse como estadista".
El ex mandatario "colorado" Nicanor Duarte Frutos apareció nuevamente en la escena política para acusar a Lugo de haber visitado a líderes del EPP en la cárcel y afirmó que los secuestradores eran "discípulos de él".
Un ganadero chileno que vive en Paraguay, identificado como Eduardo Avilés, marcó el punto más alto de esta situación cuando se filtró a la prensa un correo electrónico que envió a otros empresarios rurales del país llamando a la recolección de fondos para comprar fusiles y para la formación de un Comando Anticomunista Paraguayo (CAP).
El mensaje de cinco puntos de Avilés contenía una clara advertencia al presidente Lugo, a quien le comunicaba, directamente, que "su fiesta comienza a terminarse" y que "su idilio con los presidentes venezolano Hugo Chávez, boliviano Evo Morales, ecuatoriano Rafael Correa, cubano Raúl Castro y otros, tiene los días contados".
"Yo personalmente ya viví y pasé todo esto, no permitiré en lo posible que vuelva a pasar con mi nuevo y querido país, ni menos con mi familia y amigos. En estas situaciones debemos jugarnos el todo por el todo, estar dispuestos a matar y a morir, pero nunca aflojar o, si no, seremos víctimas igual que lo fueron los salvadoreños, lo son los cubanos, los colombianos y los bolivianos", remató Avilés.
Según el senador Sixto Pereira, en este escenario, el gobierno está en desventaja frente a sus opositores pero "dispone de una gran masa de ciudadanos que empieza a organizarse" y "defenderá este proceso de cambios", sentenció.
CARLOS CASTILLOS
DPA