Jueves 29 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 28 > Sociedad
"La alegría de ver de nuevo el brillo en los ojos"
Con sólo 29 kilos, estuvo al borde de la muerte. Desde hace 25 años se dedica a la prevención.

Cristina Mariani cuenta que fue la "paciente cero" diagnósticada por anorexia en Argentina hace treinta años. También fue la primera en recibir un tratamiento específico para esta enfermedad. En su peor momento, cuando a los veintitantos años estaba internada en terapia intensiva con sólo 29 kilos se prometió a si misma que si se recuperaba, iba a trabajar e investigar a destajo para ayudar a aquellos que padecieran lo mismo que ella.

Con el correr del tiempo, su promesa se hizo realidad. Hoy, a pesar de que su profesión no tiene nada que ver con la salud -es abogada- coordina gran cantidad de grupos de autoayuda para pacientes con bulimia y anorexia y participa en encuentros sobre estos temas tanto en Argentina como en el exterior, en los que da a conocer su experiencia y los buenos resultados de los equipos de trabajo que están a su cargo.

Mariani se enfermó en los años 70, época en la que estas enfermedades de orden alimentario eran prácticamente desconocidas. En una charla abierta sobre trastornos alimentarios que se realizó el sábado pasado en la escuela 32 de Roca junto con la médica Graciela Sáez, miembro de la Fundación Jóvenes de Cipolletti, contó que entonces no sabía lo que le estaba pasando, que deambulaba de servicio en servicio y solamente había diagnósticos por aproximación.

Después de muchas idas y vueltas, el cuerpo médico que la atendía consiguió ponerle un nombre con todas las letras a su enfermedad: anorexia. Empezaron a trabajar en conjunto con psicólogos para detectar qué le estaba sucediendo. Estaba claro: el trastorno alimenticio era una manifestación de un conjunto de conflictos que tenía en su vida. Es así que con el correr del tiempo se armó el primer grupo multidisciplinario de ayuda mutua en el país.

A partir de su recuperación, Cristina comenzó a trabajar en estos equipos, entendiendo que para curar a una persona que tiene una patología alimentaria es indispensable entender su pensamiento y por qué está sufriendo. "Es importante identificar los problemas que tiene la persona y lograr saber cuáles son los miedos que le impiden recuperarse", asegura la autora de los libros "Volviendo del infierno, carta abierta a un enfermo de anorexia", "Sí, se puede superar la anorexia" y "Bulimia, el secreto que mata".

"Estas enfermedades se manifiestan a través de la comida, pero a esas personas le pasan y pasaron muchas cosas", agrega la profesional.

Mariani es coordinadora del Centro de Investigación y Tratamiento en Patología Alimentaria y Trastornos Depresivos (CITPAD), en Buenos Aires y funciona como un "hospital de día", ya que los pacientes están en el lugar desde la mañana hasta la noche. Allí interactúan con personas que se han recuperado o están en recuperación y además tienen muchas horas de terapia.

La abogada también es vicepresidenta de la Fundación de los Derechos Humanos y preside una organización que lleva su nombre cuyos objetivos son la prevención de los trastornos alimentarios y la difusión del trabajo multidisciplinario en grupos de apoyo mutuo. Además, es consejera en trastornos de alimentación y está trabajando en la ley de Obesidad, Anorexia y Bulimia, que ya salió pero que en su reglamentación se recortó lo correspondiente a las dos patologías que le competen, motivo por el cual "sigo peleando", dice.

Argentina es el segundo país en el mundo con mayor casos de enfermos de anorexia y bulimia. El diez por ciento de los jóvenes de entre 11 y 21 años padece algún trastorno de alimentación. (Ver recuadro)

Hace 25 años que coordina grupos integrados por médicos clínicos, psiquiatras, psicopedagogos e individuos recuperados o en tratamiento. Asegura que ya pasaron más de 6.000 pacientes.

"Convertí mi más grande derrota en mi mejor victoria, ya que ayudo a un montón de gente que llega destruida, sin saber cómo salir y después de un tiempo de trabajo intensivo consiguen recuperarse", confiesa la abogada. "Es indescriptible la alegría que tengo cuando veo que al chico que llegó con los ojos opacos, después de un tiempo le empiezan a brillar. Eso es lo que me motiva para seguir adelante", finaliza. (AR)

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