La última parte del recital dio comienzo con la cola de la película Mundo Alas y León pasó a integrar un papel más dentro del conjunto de artistas. Luego, apareció la primera estrella que iluminó la noche, Carina Spina, y su voz sedujo y atrapó en su interpretación de “Todo los días un poco”.
El segundo en sumarse fue Alejandro Davio, que además de músico es empleado del Senado de la Nación. Emocionado agradeció la notable concurrencia del público, presentó a Rosita y Estelita quienes se encargan de generar el archivo audiovisual y fotográfico de los shows. Tocó “La colina de la vida” y luego punteó un blues que lo enganchó con “El fantasma de Canterville”.
Aquí se produjo un nuevo punto de conexión con los espectadores; los fuertes aplausos no pararon y un “vamos Ruca Che” salió de la boca de un conmovido y enérgico Alejandro.
El tango, “Galleguita”, tuvo una soberbia dramatización con la Compañía de Tango Danza “Amar”, ejecutada por la pareja Eduardo y Lucrecia.
Al instante se sumó Maximiliano, oriundo de San Luis, pero que actualmente vive en Córdoba donde emprenderá un centro cultural para chicos que padecen algún problema físico o neurológico. Recordando a Carlos Fuentealba cantó “Cinco siglos igual”.
A la misma causa se adhirió Demián y María Laura. Ambos bailaron, coordinaron e interpretaron “La memoria”. Dejaron claro que para la danza no es esencial utilizar los pies.
Finalmente ingresó un gran personaje: Pancho Chévez, cantante, compositor armoniquista y hasta humorista. Es un artista con volumen, compartió escenario con La Renga, La Bersuit y expresó su deseo que conocer a Charly García.
Los temas que cantó Chévez son de su autoría. El primero se lo dedicó a su amigo y manager Beto y luego, como sucedió toda la noche destinó un mensaje político y social, recordó a los desaparecidos, a las Madres de Plaza de Mayo, a Pocho Lepratti, al barrio Ludueña donde trabajó “El ángel de la bicicleta”, a los chicos que se tienen que ir del país.
Pancho, además de ser músico, es todo un hombre de negocios, un verdadero estratega del marketing. Aprovechó la ocasión para promocionar su nuevo producto, las fragancias. “¿Quién es ese Antonio Banderas?”, ironizó Chévez de su futuro competidor.
La noche continuó con “Latidos del corazón”, compuesto por Alejandro y León. El primero hizo la melodía titulada “Cabalgando en las profundidades” producto de un amor perdido, y Gieco le puso la letra que refleja dicha experiencia de vida.
El anteúltimo tema “Pensar en nada” puso de pie al público que lo vivió con mucho fervor y calidez. Y selló el evento con el tema que una vez su padre le dijo que lo iba a llevar a recorrer el mundo, “Sólo le pido a Díos”.
El espectáculo de anoche en el Ruca Che es una prueba de que el arte es un espacio para la integración o inclusión social de los chicos que padecen problemas físicos o neurológicos. Demostraron superación, confianza, solidaridad, trabajo en conjunto, unión, amor y sobre todo: que no hay obstáculos en el camino cuando uno desea lograr algo.