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"Todo el mundo quiere acostarse con chicas jóvenes" | ||
En 1979, Roman Polanski acababa de dejar Estados Unidos escapando de la posible condena por violación. Entonces, se encontró en París con el escritor británico Martin Amis para una entrevista. El encuentro quedó plasmado en aquel momento en la revista "Tatler", y aparece publicado además en la colección de ensayos de Amis, "Visitando a Mrs. Nabokov". Los siguientes son algunos de los párrafos de ese libro de Amis: "Cuando era conducido a la comisaría de policía desde el hotel, la radio del coche ya estaba hablando de ello. Los periodistas llamaron a la policía antes de mi detención para intentar dar la noticia de última hora. No lo podía creer... Pensé, ¿sabes?, que me despertaría de aquella pesadilla. Soy consciente de que si hubiera matado a alguien, eso no tendría tanto atractivo para la prensa, ¿me entiendes? Pero tirarse, ya me entiendes, a chicas jóvenes... Los jueces quieren tirárselas. Los jurados quieren tirarse a chicas jóvenes, ¡todo el mundo quiere acostarse chicas jóvenes! Pero no -y entonces me di cuenta-, esto iba a ser otra cosa muy, muy gorda". Aparentar dieciséis años, claro, no te da derecho a irte a la cama con adolescentes. A pesar de lo que dice Polanski contra Polanski, no todo el mundo quiere tirarse a chicas jóvenes. Y uno no puede ocultarse tras una falsa universalidad: no puede esconderse entre la multitud; además, la mayoría de la gente que quiere tirarse a chicas jóvenes no se tira a chicas jóvenes. No tirarse a chicas jóvenes aparentemente deseosas de ello es claramente un notable desafío. Pero incluso Humbert Humbert (protagonista y narrador de Lolita, de Nabokov) cayó en la cuenta de que las chicas jóvenes no saben realmente si quieren o no. El pederasta roba infancias. Uno tiene la sensación de que Polanski nunca ha tratado siquiera de entenderlo. Está decidido a volver a Estados Unidos a pesar de la remota posibilidad de una sentencia de cárcel de 50 años por drogar y violar presuntamente a una chica de trece años. "Pero me siento muy bien acogido en París -precisó Polanski en esa entrevista- y me quedaré durante algún tiempo. A menos que haya alguna novedad". "Cuando llegué en plena noche, ¡no podía entrar en la maldita prisión! ¡Había demasiados periodistas y cámaras alrededor! Y todos los presos estaban en el patio porque lo habían oído en las noticias y exclamaban: ´¡Eh, cómo te va, Polanski!´. Sin embargo, era como unas vacaciones, un refugio. ¡Fue increíble! No me importaría volver allí ahora mismo, ahora sé cómo es. Es interesante pasar al otro lado, donde está la gente mala. ¡Lleno de increíbles asesinos! ¡Había alguien que había matado a dieciséis personas!". Asiente con la cabeza, añadiendo más tranquilo y resignado: "Ese es el problema, nunca sabes cuándo va a apuñalarte la gente, ¿sabes? Ese es el único problema, que pueden matarte en cualquier momento". Le pregunté cuál de sus películas le gustaba más. "Las películas son como las mujeres" -según había podido saber, para Polanski muchísimas cosas son como las mujeres-. "Siempre amas más a la última hasta que aparece la siguiente". "Pero, claro -continúa-, hay películas por las que sientes una debilidad especial. Algunas de mis películas más elogiadas -La semilla del diablo, Repulsión, El inquilino- eran en gran parte realizadas por conveniencia, por cuestiones de tiempo o dinero o para complacer a un productor. Personalmente no habría decidido rodarlas, ¿sabes? Pero mi cabeza me dice que ´Callejón sin salida´ es mi mejor pelícu-la, es la que tiene más entidad propia". Sería muy temerario sacar una conclusión sobre cómo es Polanski. Es algo fanfarrón, exhibe un discurso salpicado de tópicos del mundo de los espectáculos ("Jack Nicholson es un gran profesional") y etiquetas fáciles de citar ("Me gusta la comida, me gustan las mujeres y, sobre todo, las mujeres a quienes les gusta la comida", etc., etc.). Sin embargo, hay mucho en él de generoso, de natural, incluso de diáfano. Su seguridad y confianza en sí mismo, por ejemplo, es una realidad, y no la confusión y el desastre sonrientes que se hacen pasar por seguridad y confianza en el mundo del cine. Es evidente que a veces ha ido demasiado lejos en lo que se refiere a las gratificaciones que le ofrece su entorno de avance por el carril rápido, como demuestra ampliamente el proceso de California. Pero ha sobrevivido a una vida extraordinaria y aún es él mismo. | ||
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