Domingo 25 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 41 > Cultura y Espectaculos
El caso

Para algunos la pena (judicial y emocional) de Roman Polanski podría sintetizarse así: 43 días de cárcel y 32 años de exilio por los abusos que cometió sobre la menor Samantha Geimer. Y si bien, a fines de los 70, hubo un escándalo de proporciones cuando se supo que el director estaba implicado en una violación, todo indicaba que iba a salir libre sin que la cosa, al menos en lo que a su estilo de vida concernía, llegara a mayores.

Polanski había aceptado internarse como un paciente psiquiátrico y estaba dispuesto a pasar 43 días más recluido. Sin embargo, en una pausa del proceso judicial, a Polanski le fue permitido irse a Europa donde estaba desarrollando su actividad laboral. En el Viejo Continente se permitió más de un placer y hasta apareció en la prensa acompañado por jóvenes mujeres y bebiendo champagne. Esto, se dice, enfureció al juez Rittenband, quien a su regreso le juró que pasaría 50 años en la cárcel. Polanski aprovechó otro respiro y se fugó para ya no volver.

Como es sabido, hace unas semanas la justicia Suiza lo capturó en un aeropuerto cuando el director entraba a ese país para participar de un homenaje que le harían en un festival de cine. A pesar de que su estado de salud en los últimos días no ha sido el mejor, al director se le negó la libertad condicional, y ahora, Estados Unidos pidió formalmente a Suiza la extradición del director. ¿Con cuanto tiempo de reclusión pagará su antigua deuda Polanski si se produce el regreso? Eso, probablemente, se discuta aún por un buen tiempo.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí