| Es imposible calcular los costos para el país del tan festejado default que fuera declarado por el fugaz presidente Adolfo Rodríguez Saá y de la política de enfrentamiento con la comunidad internacional que eligiera Néstor Kirchner, pero que han sido colosales no cabe duda alguna. Mal que les pese a los ideólogos de "vivir con lo nuestro" y a quienes creen que hay que luchar contra "los mercados" en lugar de intentar seducirlos, el aislamiento financiero sólo significa más pobreza ya que sin inversiones cuantiosas ningún país puede prosperar. Por fortuna, parecería que algunos integrantes del gobierno kirchnerista han entendido esta realidad evidente, razón por la que el ministro de Economía, Amado Boudou, acaba de anunciar la reapertura del canje de la deuda, de aproximadamente 30.000 millones de dólares si se incluyen los intereses devengados, con los llamados "holdouts" que se negaron a aceptar las condiciones leoninas fijadas por el ex presidente en el 2005. Según Kirchner, aquellos bonistas nunca verían un centavo de su dinero porque "no creen en el país" y para subrayar su negativa a negociar con ellos ordenó al Congreso aprobar una "ley cerrojo", pero sus intentos de presionarlos sólo sirvieron para impedir que la Argentina normalizara su relación con el sistema financiero internacional, lo que no le preocupó hasta darse cuenta de que de mantenerse el aislamiento su famosa caja podría quedarse vacía bien antes de las elecciones presidenciales del 2011. Con todo, es poco probable que las negociaciones con los "holdouts" sean tan fáciles como esperan funcionarios como Boudou, ya que algunos, sobre todo los vinculados con los denostados "fondos buitres", apuestan a recuperar virtualmente todo su dinero por la vía judicial. Tales acreedores ya han advertido que el canje propuesto por Boudou "va a caer" porque los representantes de la Argentina no negociarán de buena fe. Aunque tendrá que transcurrir mucho tiempo antes de que el país sea considerado un socio económico fiable, a pesar de la hostilidad manifiesta de los "fondos buitres" la decisión de reabrir el canje debería de suponerle beneficios casi inmediatos. Merced a la voluntad de los gobiernos de los países ricos de inundar los mercados con dinero fresco a fin de alejar el espectro de una gran depresión mundial provocada por la falta de crédito, se ha renovado el interés de los inversores más importantes en las posibilidades ofrecidas por los países "emergentes". Se trata de una categoría de la que nos expulsaron hace poco declarándonos un "mercado de frontera", pero el cambio de actitud del gobierno kirchnerista podría permitirnos superar el problema así planteado. Después de todo, de acuerdo común la Argentina está en condiciones de aprovechar mejor que la mayoría de los países subdesarrollados la evolución prevista de la economía internacional, en especial la supuesta por el mayor protagonismo de gigantes hambrientos como China y la India, por contar con recursos agrícolas y mineros envidiables. Siempre y cuando el gobierno acepte desmantelar las barreras políticas que ha erigido contra el progreso, tendremos una oportunidad para disfrutar nuevamente del viento de cola que en esta ocasión soplará con más fuerza desde Asia, no como antes de Estados Unidos. Para un político como Rodríguez Saá y aquellos legisladores y militantes que lo ovacionaron por lo que tomaron por su patriotismo, declararse en default resultó ser maravillosamente fácil, mucho más de lo que hubiera sido negociar en serio con los acreedores, pero a cambio de algunas horas de euforia -además, por supuesto, de los años de irresponsabilidad que las precedieron-, el país tuvo que pagar un precio sumamente elevado. A pesar de un período de crecimiento macroeconómico a "tasas chinas", a partir de entonces nos hemos visto superados en los rankings económicos por nuestros vecinos chilenos y brasileños, mientras que ha aumentado mucho la cantidad de pobres, cuando no de indigentes. La experiencia debería habernos enseñado que no hay nada más antipopular que el populismo nacionalista, pero a juzgar por los comentarios de quienes se dicen convencidos de que la deuda pública es "ilegítima", todavía abundan los políticos y otros que se resisten a aprenderlo. | |