SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El Ejecutivo municipal prohibió por resolución el tránsito pesado en el barrio El Mallín, donde los vecinos padecen a diario los problemas provocados por los grandes transportes.
Muchos de ellos denuncian desde hace tiempo que el paso de camiones frente a sus casas provoca movimientos visibles de suelo, vidrios que se rompen e incluso fisuras en paredes y techos.
La resolución 2.336 emitida el miércoles último por el municipio prohibe el tránsito pesado en un radio aproximado de 30 manzanas, con límites en las calles Curuzú Cuatiá, Anasagasti, Brown, Rolando y Pasaje Gutiérrez. Sólo tendrán permitido ingresar en ese perímetro los vehículos de transporte urbano y de recolección de residuos.
Dentro del barrio hay empresas que trabajan con transportes pesados como un depósito de harina, un corralón de materiales y una mueblería. No está claro cómo hará el municipio para controlar el cumplimiento de la norma, ya que la colocación de simples carteles han demostrado no ser efectiva.
La resolución firmada por el intendente Marcelo Cascón dispone también que "todo vehículo de mediano porte" (entre los que encuadra a los que pesan de 3,5 a 12 toneladas) sólo podrán circular por las calles de El Mallín luego de pedir autorización en la dirección de Tránsito, que les asignará el recorrido.
Según los motivos invocados por el Ejecutivo, la necesidad de limitar el tránsito pesado deriva de que el barrio está asentado sobre un mallín o humedal, donde las calles fueron consolidadas con aporte de material de "gran granulometría", que les dio una resistencia sólo apta para vehículos "definidos como de tránsito liviano".
Agrega que "los paquetes estructurales resultantes del aporte del material en la estructura vial transmiten fuertes vibraciones al resto del barrio por sus condiciones geomorfológicas".
La regulación apunta entonces a cumplir con el artículo 29 inciso 19 de la Carta Orgánica, que obliga a "garantizar la seguridad y protección de los habitantes".
Años atrás la escuela 187 asentada en el mismo barrio también sufrió las consecuencias de la inestabilidad del suelo, cuando a poco de ser estrenado el edificio sufrió fisuras en las paredes y hundimientos del piso. Las clases se dictaron durante meses a un inmueble alquilado y el gobierno provincial debió contratar una costosa reparación.