Siento vergüenza por tenerle cariño a esta institución en la que ya llevo 34 años atendiéndome. El 23 de septiembre a las 7 a mi esposa le robaron un celular de una mesa de luz del Sanatorio Plaza Huincul, donde estuvo internada desde el 19 del mismo mes. Me duele no por el valor sino por las acciones.
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