En este año se han conmemorado en todo Occidente dos cumpleaños relativos a Charles Darwin, el gran naturalista autor de "Sobre el origen de las especies": los 200 años de su nacimiento y los 150 de la aparición, en 1859, de su obra más famosa. En nuestro país fue central la exhibición sobre "Darwin en la Argentina" que, organizada por la Facultad de Ciencias de la UBA, arrancó en julio y mostró experiencias de sus viajes de dos años en territorio nacional.
En el vecino país chileno -donde pasó aún más tiempo de sus cinco años en el HMS "Beagle"- las galas fueron excepcionales. Ello se puede apreciar a través de la información que brinda un foro on-line de ciencia con los detalles del seminario que organizó en Santiago la Fundación Ciencia y Evolución bajo el título "El legado intelectual de Darwin al siglo XXI" y en el que participó un grupo selecto de especialistas norteamericanos identificados con el evolucionismo. Ellos explicaron el objetivo del seminario en el deseo de explorar cómo desde el pensamiento darwiniano emerge una visión sobre qué es un ser humano y que esta visión es coherente con el cuerpo entero del conocimiento científico acumulado desde que ella fue expresada. Se trataba de resaltar el impacto de las ideas del gran hombre en el pensamiento de vanguardia actual. La intención, expresaron, era iluminar y discutir cómo influyó ese pensamiento en las disciplinas que enfocan en el estudio de los individuos (biología, neurociencias, psicología), en el individuo dentro de sus interacciones sociales (antropología, sociología, economía, ciencia política) y cómo esos conceptos atañen, en general, a una filosofía moral. Fueron ocho presentaciones de especialistas de alto rango académico y partícipes del movimiento que postula la llamada "tercera cultura", entre los cuales citaremos, por brevedad y como ejemplo, sólo a cuatro de ellos: Daniel Dennett, filósofo empírico y proponente líder de un modelo computacional de la mente; Leda Cosmides, famosa investigadora en Psicología Evolucionista; Steven Pinker, psicólogo en el MIT, especialista en la relación del lenguaje con la naturaleza humana y autor de best sellers conocidos aquí (ejemplos: "Cómo funciona la mente", "El instinto del lenguaje" y "La tabla rasa"), y Nicholas Humphrey, profesor emérito de la London School of Economics. El seminario se extendió por dos días y atrajo una concurrencia de 2.200 personas cada jornada.
Concluido el seminario, la fundación chilena trasladó al grupo a Tierra del Fuego y el Canal de Beagle, donde abordaron una nave de la Marina en Puerto Williams para efectuar un periplo por las aguas del "fin del mundo" que traspuso Charles Darwin en el segundo viaje del "Beagle" capitaneado por Fitz Roy, un paisaje encantado de azul marino y nieves blanquísimas que maravilló, según sus entusiastas comentarios, a los viajeros.
¿Por qué Chile?
Álvaro Fischer, director de la fundación organizadora, ingeniero-matemático, empresario y periodista de "El Mercurio", dio a través de una exposición titulada "Why Chile?" los motivos de la selección de su país para esta experiencia académica internacional. Dice que Chile jugó un papel importante en la vida de Darwin y en la configuración de su teoría, un hecho desconocido por muchos. Los argumentos que propone son tres.
El primero es el largo tiempo -casi tres años- que el naturalista pasó en el país, que atravesó desde el estrecho de Magallanes hasta Valparaíso, incluyendo Chiloé, Valdivia, Concepción y Santiago. Esta larga permanencia le permitió la extensa meditación que lo condujo a la teoría de la evolución por medio de la selección natural. Un tercio de ese proceso transcurrió en Chile.
Su segundo argumento, más especulativo según admite, es que su viaje por el territorio chileno le dio ocasión para ser testigo de acontecimientos geológicos impresionantes como una erupción volcánica en Osorno y los efectos de un terremoto en Concepción. No sólo eso, que modificaba su vivencia original inglesa de un paisaje casi sin cambios: vio glaciares en movimiento, fósiles en la cordillera, muchas cosas que le mostraron el acierto de las ideas de Lyell sobre la evolución geológica. El mundo no era una estructura estática sino algo que evolucionaba. Piensa Fischer que tales vívidas experiencias probablemente moldearon en la mente de Darwin la idea de que la variación geológica que Chile le mostró con tal magnificencia podría ir, cuando trataba de explicarse la asombrosa biodiversidad del mundo, junto con la evolución biológica.
El tercer episodio que abona lo del papel de Chile en la teoría de Darwin es, reconoce, algo anecdótico pero no menos interesante. Tiene que ver con "Jemmy Button", un "chileno" de 15 años perteneciente al grupo étnico yamana que vivía en Tierra del Fuego y fue trasladado, con otros tres, a Inglaterra en la primera misión cartográfica de Fitz Roy de 1829. La idea del aristócrata marino inglés era la de un experimento social: educarlo en el modo de vida europeo y devolverlo luego a su tribu a fin de que pudiera "civilizar" a sus congéneres nativos. Por circunstancias imprevistas Fitz Roy debió encarar, sin completar su propósito educativo, una devolución anticipada de los aborígenes a su tierra y un viaje urgente en 1831 (el plan original era partir en 1834 para reiniciar sus exploraciones). Necesitaba urgentemente un naturalista a bordo del "Beagle" y fue coincidencia la disponibilidad de Darwin en la fecha (1); éste no lo habría estado casi seguramente, por circunstancias de vida, en 1834. La experiencia de "Jemmy Button" le sirvió asimismo como impulso de su idea sobre la evolución por medio de la selección natural.
Concluye Fischer que debido a esos tres episodios, de diferente fuerza y calibre, Chile devino en un lugar tan importante en la vida del naturalista inglés, y ello es lo que justificó su propuesta como "locus" del seminario científico sobre "El legado intelectual de Darwin al siglo XXI".
(1) Aquí se nos hace oportuna una referencia pintoresca. En su "Autobiografía" Darwin refiere sobre la exitosa visita a Fitz Roy para arreglar su viaje en el "Beagle". Escribe: "Después, habiéndome convertido en muy íntimo con Fitz Roy, me enteré de que había estado a un pelo de ser rechazado debido a la forma de mi nariz! Él era un ardiente discípulo de Lavater y estaba convencido de que podía juzgar el carácter de un hombre por el perfil de sus rasgos; y dudó de que alguien con mi nariz poseería suficiente energía y determinación para el viaje. (El apéndice nasal de Darwin era chico y romo). Pero creo que después estuvo bien satisfecho de que mi nariz hubiese hablado falsamente".