Por lo menos 50 personas murieron ayer en el sudeste de Irán, en la frontera paquistaní, en un atentado que decapitó a la jefatura local de los Guardianes de la revolución, el ejército ideológico del régimen de Ahmadinejad, y suscitó acusaciones de Teherán contra Washington.
Entre las víctimas de este atentado suicida sin precedentes se encuentran siete jefes de los Guardianes, entre ellos "el general Nour Ali Shushtari, adjunto al comandante de la infantería de los Guardianes de la revolución, y el general Rajab Ali Mohammad Zadeh, comandante para Sistan-Baluchistan", precisó la agencia de noticias Fars.
Teherán denunció "un acto terrorista" y acusó a EE. UU. de estar implicado en este ataque, que fue reivindicado por el grupo rebelde sunnita Yundalá.
Estados Unidos condenó el atentado y negó toda participación en el ataque. "Condenamos este acto terrorista y lamentamos la pérdida de vidas inocentes", declaró Ian Kelly, portavoz del departamento de Estado en un comunicado. Las acusaciones contra Estados Unidos se producen en vísperas del encuentro que deben sostener el lunes en Viena expertos iraníes, franceses, rusos y estadounidenses para tratar acerca del programa nuclear de Irán.
De otro lado Irán convocó al encargado de negocios de Pakistán en Teherán para protestar contra la utilización del territorio paquistaní por "los terroristas", según la agencia Isna.
"Nos hemos enterado de que ciertos agentes en Pakistán cooperaban con los principales responsables (del atentado) y consideramos que es nuestro derecho reclamar a esos criminales", declaró por su lado el presidente Mahmoud Ahmadinejad, quien pidió a Islamabad detener sin tardar a esas personas.
También advirtió que "los criminales recibirán muy pronto una respuesta". El comandante de las tropas de los Guardianes de la Revolución, general Mohammad Pakpur, prometió igualmente una respuesta "aplastante" a los rebeldes sunnitas.
El atentado
La masacre se produjo a las 8 hora local (4:30 GMT) en la ciudad de Pishin, en la frontera con Pakistán, cuando los comandantes de las Guardianes de la Revolución participaban en una reunión con los jefes tribales de la provincia de Sistan-Beluschitán para "reforzar la unidad entre chiítas y sunnitas", según la agencia iraní FARS.
"Un hombre que cargaba explosivos los hizo estallar durante una reunión de los jefes tribales" de la provincia con los comandantes de los Guardianes de la Revolución, explicó la agencia.
Después del ataque, los Guardianes de la Revolución emitieron un comunicado en el que acusan a "la opresión mundial de haber provocado a los elementos a su sueldo" para cometer el atentado. El término "opresión mundial" se utiliza para designar a los países occidentales, en particular EE. UU. y Gran Bretaña.
La menos segura
La población iraní es de 71 millones de personas, de ellas más del 90% chiítas. Pero la provincia de Sistan-Baluchistan, cercana a la frontera con Pakistán y Afganistán, alberga una fuerte minoría sunnita. Esta región es considerada como la provincia menos segura de Irán debido a la presencia de rebeldes pero también de traficantes de droga. El grupo sunnita Yundalá es generalmente acusado por las autoridades iraníes de realizar tales acciones armadas.
Este grupo reivindicó el atentado suicida que el 28 de mayo causó 25 muertos en la mezquita chiíta de Zahedan. (AFP)