Domingo 18 de Octubre de 2009 24 > Carta de Lectores
"¿Por qué se mueren las araucarias?"

La situación de estos fabulosos bosques es realmente muy complicada. Quien convive con ellos desde hace más de 45 años, como es el caso de quien escribe, puede constatar fehacientemente su creciente deterioro.

Estas masas forestales han convivido durante millones de años de su evolución solamente con los pudú pudú y huemules, ambos pequeños ciervos que no le han hecho ningún daño. La especie araucaria cubría una región mucho más grande que en la actualidad. Hasta en las minas de carbón en Europa, en mil metros de profundidad se han hallado maderas carbonizadas de araucarias y los bosques petrificados de Santa Cruz son araucarias. Lo mismo que los encontrados en la estepa de nuestra región.

La cosa empezó a cambiar cuando los primeros pobladores trajeron su ganado a estos bosques, que se llenaron con caballos, vacas, ovejas y, lo peor de todo, chivos que comen todo lo verde que encuentran. Como necesitaban pastoreo, se provocaron enormes incendios de los bosques nativos. Después se sobrepastoreó los campos, haciendo desaparecer toda resiembra y renoval. Así en los bosques nativos no se hallan arbolitos. ¿El resultado? Los bosques envejecen. Algún día se mueren los viejos y al no haber regeneración de árboles jóvenes, los nativos están condenados a desaparecer.

Los suelos aquí son en la mayor parte formados por ceniza volcánica, que son muy volátiles. Con gran cantidad de patas de animales que pasan por debajo de los árboles, la tierra se afloja y los fuertes vientos se la llevan. Se pueden ver campos donde falta un metro de tierra. Los árboles, inclusive los grandes, se descalzan y peligran de caer en cualquier momento. Cuando los bosques desaparecen, se desencadena el gran enemigo: la erosión. Las consecuencias: pobreza, miseria, emigración, muerte. Aparte de la erosión, también hubo explotación irracional y mal manejo.

Lo mismo ocurre con los bosques nativos formados por las especies de la familia Nothofagus, los raulí, roble pellín, coihue y lenga. Hice una presentación sobre el tema en el Congreso Forestal en Corrientes (2005) con el título "La lenta agonía de los bosques andino-patagónicos" y entregué una copia al señor intendente del Parque Nacional Lanín. No sé si lo leyó, porque no ha habido ninguna reacción.

Otra causa del sufrimiento de nuestros bosques son los veranos cada vez más secos y los inviernos con poca nieve. Por ejemplo, el paso Tromen se clausuraba siempre en los inviernos por la gran acumulación. La hacienda había que bajarla a las invernadas. Pero estaba asegurada la humedad de los campos en el verano y las vertientes se mantenían. Hoy, el paso está transitable todo el año.

El que viaja por la región de los bosques patagónicos como turista, sin duda, considera enorme la riqueza forestal de la región. Pero quien los ha observado durante muchos años queda impresionado con el deterioro y el peligro de desaparición a la cual están expuestos. Y eso ocurre tanto en los parques nacionales, que se consideran áreas protegidas, como en los demás bosques hasta la Tierra del Fuego.

Es necesario que todos tomemos conciencia. Se pueden manejar masas forestales en forma absolutamente sustentable. Lo demuestran los países nórdicos. Desde hace siglos viven de y con sus bosques y los manejan tan bien que éstos no se agotan; a pesar de que los veranos cortos y los inviernos largos resultan en crecimientos mucho más lentos que aquí, donde los veranos largos luminosos aseguran un desarrollo mucho más veloz.

Quiero concluir la presente con una antigua sabiduría: "Dios perdona siempre, los humanos, a veces. La naturaleza nunca".

Eberardo Hoepke (forestador)

DNI 93.328.470

San Martín de los Andes

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