Domingo 18 de Octubre de 2009 24 > Carta de Lectores
"Nueve meses es mucho para quien teme por su vida"

Al leer la carta del señor Reinoso, que fue operado de urgencia el 7 de julio, recordé la época en que el hospital Castro Rendón funcionaba siempre así, no sólo en casos de urgencia; hoy no cuenta con insumos, anestesistas ni cirujanos... tiene tantas carencias que no se pueden programar cirugías para prevenir males mayores. Por eso quiero contar mi caso como paciente de ese hospital.

En 1997 me diagnosticaron cáncer; se programó la cirugía y en poco tiempo me operaron y extirparon un riñón. Me indicaron tomar mucho líquido para cuidar el riñón que me había quedado porque en adelante tenía que cumplir la función de los dos. Con el correr del tiempo empecé a sufrir incontinencia. Le resté importancia, pero de a poco comencé a encerrarme, dejé el gimnasio y hasta de caminar, no concurría a reuniones porque me tenía que retirar y, lo que era peor: iba paulatinamente, casi sin darme cuenta, dejando de tomar líquido.

No me quedó otra que concurrir al médico, quien después de ordenarme estudios determinó que necesitaba una cirugía correctiva. Así quedé en lista de espera en septiembre del 2008. Pasaba el tiempo y abundaban las excusas: "No hay insumos", "Este caso no es urgente", "Faltan especialistas", etcétera. El 11 de marzo concurrí al control oncológico y cuando el médico se enteró de que no hacía ninguna actividad física por mi incontinencia, que prácticamente no salía de mi casa y no ingería la suficiente cantidad de líquido, también solicitó mediante una nota o certificado una cirugía correctiva.

Ante la falta de respuesta, me presenté en la Defensoría Civil Nº 1 para iniciar un recurso de amparo y se me requirió algo más explícito de mi enfermedad, por lo cual debí recurrir a Nefrología. Se me extendió otro certificado que dice: "Paciente de 58 años, monorrea desde 1997 por cáncer de riñón, actualmente en control oncológico, presenta insuficiencia renal crónica grado II, cistocele e incontinencia urinaria, por lo que le impide tener una vida productiva y activa, además de predisponer a infecciones urinarias y no poder hacer tratamiento conservador de la función renal ya que no puede tomar líquido o si lo hace no puede salir de su domicilio, debe realizarse cirugía correctiva de su incontinencia para evitar complicaciones como las ya enumeradas (infecciones, deterioro de la función renal, incapacidad de realizar tareas habituales)".

Con esto me atendió la defensora oficial que asumiría mi caso, pero lo primero que me dijo fue que todos los certificados no eran suficientes para un recurso de amparo y comenzamos nota va, nota viene. No voy a entrar en más detalles, pero nunca pensé que tendría que pasar por semejante situación. Por último, a pedido del defensor del Tribunal Superior de Justicia, doctor Alejandro Tomás Gavernet, el 17 de abril de este año me mandaron al Gabinete Médico Forense, en calle Santiago del Estero 15, para que una junta médica me hiciera una entrevista.

Las Dras. Mariela Kugler y Haydeé Fariña (médicas forenses) me atendieron con mucho profesionalismo; me hicieron sentir muy bien, me escucharon y por primera vez pude expresar todo mi pesar. Cuando me preguntaron si tenía algún inconveniente en que me revisaran, me negué, pero no por eso su atención y su humanidad cambiaron. Su informe decía: "La patología que presenta, asociada a los antecedentes médicos de la paciente, la expone a padecer patologías concomitantes (por ejemplo cuadros infecciosos con empeoramiento de la función renal) que de presentarse potencialmente pondrían en peligro su vida.

A partir del momento del acuerdo conciliatorio entre la Justicia y el hospital Castro Rendón, el 14 de mayo, hasta que me operaron, lo único que hice fue rezar y dar gracias a Dios en silencio por la fuerza para seguir hasta el final.

Cuando fui a ver al médico que me operó, me dijo: "Antes que usted tengo tres pacientes, uno con cáncer de próstata sangrante". Me dio mucha pena pensar que el derecho a una mejor calidad de vida o, peor aún, el derecho a la vida depende del accionar de la Justicia y no de aquellos a quienes la sociedad les asigna ese rol.

Elba Inés Daveau, DNI 6.399.298 - Neuquén

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