Domingo 18 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 41 > Cultura y Espectaculos
Llega la nueva era del libro digital
Los flamantes formatos digitales cambiarán no sólo el cuerpo del tradicional objeto que nos ha acompañado por 500 años, sino también la forma de leer. Aquí una entrevista con uno de los protagonistas de este cambio cultural: Octavio Kulesz, fundador de Libros del Zorzal y de la moderna Teseo, que entre otras experiencias está incursionando en el "Print on demand" y en las plataformas digitales diseñadas para difundir textos académicos.

Esto va a sonar feo. Pero hay que decirlo: estamos asistiendo al final de la era del libro tal y cual lo conocemos. En otras palabras: su ocaso es una discusión bizantina. Y discutir no es lo que haremos aquí.

Una nueva generación de lectores está naciendo y con ellos también una forma de lectura distinta. Para quienes hemos sido criados en la lectura del texto lineal, las flamantes estructuras linkeadas, intercaladas y atravesadas por la imagen, el sonido y en breve por la textura y el aroma, nos resultan en el mejor de los casos sorprendentes y en el peor, incómodas.

El libro del futuro viene con banda de sonido, equipo de iluminación y director de fotografía. El paradigma de la lectura se ha transformado en algo muy emocionante pero que dejará atrás viejos y maravillosos usos. A no preocuparse, ese porvenir tiene guardadas excitantes sorpresas. Lectura bilingüe, trilingüe, lectura en acción, en colores, en formato táctil, lectura enlazada hacia nuevas dimensiones de placer.

En menos de 10 años las tabletas de lectura electrónica se habrán vuelto masivas y no pocos se sentirán cómodos con el formato plásmico y táctil. En rigor, los dispositivos de pantalla luminosa y capaces de albergar cientos de títulos, además de diarios y revistas por suscripción, ya se están vendiendo a buen ritmo.

Bienvenidos al futuro. Porque el futuro es hoy.

Octavio Kulesz fundó hace ya casi 10 años Libros del Zorzal, una muy interesante experiencia dedicada a publicar libros de temáticas originales aunque de un bajo perfil mediático. Por estos días está al frente de un nuevo proyecto: Teseo.

Esta editorial está orientada a los libros académicos integrando en este propósito avanzadas tecnologías como la impresión bajo demanda y la distribución digital de libros físicos, entre otras. Él es uno de los principales actores del nuevo escenario editorial.

- Uno de los grandes temas que rondan la salud del libro es el formato. ¿Piensa que finalmente se masificará la utilización de los formatos electrónicos hasta un punto en que recordemos con nostalgia al libro tal cual lo conocemos?

- Me animaría a decir que sí. Con los últimos dispositivos de tinta electrónica, que se iluminan con luz ambiente, la experiencia de lectura es asombrosa. Pienso por ejemplo en el Sony Reader o en el Amazon Kindle, que pueden almacenar centenares de libros, consumen muy poca batería y permiten hacer anotaciones sobre los textos que quedan grabadas, pueden compartirse, etc. Otro competidor serio del libro será seguramente el Apple Tablet, anunciado para principios del 2010: se trata de una laptop con pantalla táctil y sin teclado analógico, que al ser rotada verticalmente puede convertirse en un libro digital perfecto. Hay bastante escepticismo en el sector editorial sobre un eventual reemplazo del formato tradicional por estos nuevos dispositivos. Pero es fundamental recordar que el libro tal como lo conocemos hoy tuvo su nacimiento, luego su período de esplendor y perfectamente puede entrar en decadencia si otros formatos más prácticos le hacen frente. El libro tradicional es heredero del códice medieval: son hojas encuadernadas y con una cubierta de protección. Como dispositivo de lectura, el libro tuvo antecesores, a los que destronó; me refiero en particular al formato rollo, que prevaleció en el Mediterráneo hasta alrededor del siglo III d.C. Cualquier formato que resulte más conveniente y mejor adaptado a las prácticas cotidianas de los lectores actuales puede llegar a reemplazar al libro físico. Y efectivamente, tal vez un día recordemos con nostalgia al libro impreso, del mismo modo que hoy miramos con fascinación un rollo antiguo. Lo seguro es que muchos de nosotros ya leemos y escribimos más en pantalla que en papel, y eso marca la tendencia. Uno de los signos visibles de esta transformación es que prácticamente desapareció la carta manuscrita, un formato incluso más antiguo que el libro.

- Cada vez se vuelve menos cotidiano leer linealmente. El texto corto pero explosivo, el texto linkeado, el texto con imagen y sonido están ocupando un terreno indiscutible en la cultura contemporánea. ¿No morirá también esta manera de leer?

- Exactamente. Creo que el cambio en los formatos lleva necesariamente a un nuevo paradigma de lectura. Del texto estandarizado, que se lee en soledad y en silencio, se pasa a una lectura colaborativa y multimedial. Para muchos esto implica un retroceso, pero es difícil decirlo. De hecho, también al libro impreso se le formularon en su momento tremendas críticas. Es muy interesante estudiar las reacciones de eruditos de los siglos XVI y XVII contra el eventual embrutecimiento y arrogancia que la técnica de copia masiva de textos podía despertar en lectores vanidosos. Según un autor como McLuhan, la lectura silenciosa e individualista que caracteriza a la cultura moderna no constituye algo innato, sino que surgió con la imprenta. La lectura medieval y antigua, por contraste, se sostenía en valores muy diferentes, como la oralidad, la preponderancia de la palabra hablada por sobre la escrita. De la misma forma que el libro impreso modificó los hábitos de lectura, el libro digital dejará una huella indeleble que nosotros, la generación de transición, veremos con una mezcla de curiosidad y nostalgia. La lectura digital estará (y de hecho ya lo está) más integrada con otros formatos multimedia, como audio, fotos y videos. Y habrá que ver qué nuevas modalidades irá introduciendo el uso mismo, cosas que por ahora no podemos prever.

- ¿Podrías establecer un imaginario paralelo entre un lector (me refiero a alguien que compra y lee libros) de la actualidad y uno del futuro que tendrá a su alcance una variedad de tecnologías?

- El lector tradicional se mueve en un ámbito analógico: lee reseñas en la prensa gráfica, escucha comentarios de amigos sobre algún título particular, luego pasea por librerías físicas de su barrio, consulta con el librero, hojea diferentes ejemplares que descansan en las mesas del local y eventualmente compra alguno. El lector digital extremo opera en otro "universo": recibe en su mail novedades de blogs, comparte opiniones en foros de su interés, visita revistas literarias online, averigua precios en librerías virtuales y finalmente compra el libro que buscaba, en el formato que prefiere: versión en papel (impresa a pedido) o electrónica (ebook), para leer en su Reader o en su celular. La experiencia de lectura es sin dudas tan diferente como la de compra. El lector tradicional de libros físicos suele seguir adelante con la lectura a pesar de encontrarse con temas que no conoce. Y si llega a recurrir a un diccionario o enciclopedia, regresa no bien puede al texto original. Por su parte, el lector digital seguramente tendrá la tentación de consultar Wikipedia, Google Maps o YouTube en numerosas ocasiones, y la visita de esos sitios en el mismo dispositivo de lectura lo llevará por sendas desconocidas de las que quizás tarde bastante en regresar al texto inicial.

- ¿Cómo ha evolucionado el negocio del "Impresión on demand" y cómo defines su mercado?

- La impresión bajo demanda está evolucionando a un ritmo asombroso en todo el mundo. Los costos vienen bajando y la calidad ya es óptima. Actualmente, se pueden producir alrededor de 400 ejemplares al mismo costo que en Offset, la tecnología tradicional. Esto permite disminuir los stocks de las editoriales y las librerías, que se encuentran terriblemente saturadas. El mercado del libro impreso bajo demanda es por ahora sólo el de nichos (por ejemplo el académico, que es el que desarrollamos en la editorial Teseo) pero pronto pasará a otros segmentos masivos. Todavía estamos esperando que las librerías en nuestro país den el gran paso y comiencen a imprimir los libros que venden.

 

CLAUDIO ANDRADE
candrade@rionegro.com.ar

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