ROCA.- El marco de público estuvo a la altura de las circunstancias. Desde temprano la Catedral de Roca lucía poblada de curiosos y amantes de la música clásica. Se vivió como un nuevo estreno para esta Sinfónica Patagonia de la Universidad Nacional de Río Negro. La estructura edilicia del lugar le otorgó al sonido una nueva textura y la gente supo apreciarlo.
La noche anterior, la Sinfónica, dirigida por Facundo Agudín, había realizado su estreno en la Ciudad de las Artes, con la presencia del rector del IUPA, Norberto "Tilo" Rajneri, el intendente Carlos Soria y el rector de la Universidad de Río Negro, Juan Carlos Del Bello.
También aquélla fue una jornada emotiva. Antes de comenzar, Agudín recordó los múltiples esfuerzos realizados para llegar a ese momento e hizo hincapié en los músicos regionales que integraban la agrupación. Luego vino la música y lo hizo de un modo intenso y total.
Agudín no es un director ortodoxo. Su estilo marca la pauta de lo que se está escuchando y lo que vendrá. En los ensayos ya les había pedido a los músicos que encontraran su propio rumbo y su sonido a lo largo de la partitura. El tiempo se hizo realmente breve y una a una pasaron la Obertura de "La Flauta Mágica" de Mozart, el Concierto para dos violines y orquesta de Bach y la Sinfonía Número 5 de Beethoven.
La presentación de los solistas Luis Salva y Lucía Couto, en la obra de Bach, fue un hecho formidable. Por su juventud, por su valor y por el hecho de pararse con dignidad sobre un escenario como músicos y gestores de un proyecto muy ambicioso. No es sencillo ponerse en un lugar simbólico, tan cargado de esperanza y, claro, tocar con virtuosismo.
Más de doscientas personas compartieron el mismo sentimiento: el arte seguía su curso aun en la crisis, aun en una realidad que apunta a la carencia. Y había otro un motivo para que ese aplauso final se prolongara al punto de hacer regresar a Agudín tres veces al centro de la escena: la Orquesta es una posibilidad concreta para el público local de tener a tan sólo unos metros la magia de la música clásica en la dimensión que la ha hecho célebre. No es anecdótica la fuerza que emerge de una sinfónica, como un todo, como una máquina de Dios se expande en el aire.
Uno de los organizadores del desembarco de la orquesta, Julio Carmona, aseguraba que durante un ensayo no pudo contener las lágrimas al escuchar la Sinfonía 5 de Beethoven. Y así fue: conmovedor.
Hoy a las 22, la Orquesta se presentará en el Círculo Italiano de Cipolletti y el domingo, a las 20, en el Círculo Italiano de Villa Regina.