Antes de que se alzasen las barreras para permitir el paso, catarsis mediante, de la ley de medios audiovisuales, Eduardo Duhalde -vice durante la gestión de Carlos Menem, gobernador de Buenos Aires, senador a cargo del Ejecutivo tras la descomunal crisis del 2001 y promotor arrepentido del ascenso de Néstor Kirchner- puso su nombre en el bolillero de los presidenciables.
"Voy a romper el pacto", dijo en alusión a la promesa que hizo en el sentido de que nunca más se presentaría a disputar un cargo. Y, constatado el escaso poder de fuego en el peronismo para romper la hegemonía K que se mantiene incluso después del traspié electoral del 28 de junio, insinuó volver al centro del cuadrilátero para "bajar al loco" al que ayudó a subir.
Para algunos, Duhalde nunca dejó de abrigar la esperanza de que se le reconociese su tarea para rescatar a la Argentina del derrumbe y llegar a la primera magistratura por el voto popular. Pero, como su popularidad estaba por el piso luego de haber catapultado a Kirchner, quien rápidamente se deshizo de él para no quedar como un "chirolita", prefirió dedicarse a estudiar, escribir libros y plantear temas estratégicos y productivos.
Así, el grueso del aparato bonaerense que le respondía se fue corriendo bajo el ala del nuevo jefe que, en su período de crecimiento económico a tasas chinas, lo benefició con obras, mejores salarios y puestos.
El paso al frente de Duhalde se produce, a la vez, después de fracasar en su intento de convencer a Carlos Reutemann para que tome la posta en el Justicialismo e inaugure la etapa poskirchnerista que debería empezar a cristalizarse después del 10 de diciembre, cuando perderá la holgada mayoría parlamentaria que ostenta en la actualidad.
Daniel Scioli, quien se jugó con una candidatura testimonial, optó por atar su suerte a la de Kirchner, antes que enfrentarlo como le sugiriera Duhalde, y ahora está más que atareado atajando penales a raíz de los problemas recesivos y de conflictividad social.
La liga de gobernadores peronistas exitosos (José Luis Gioja, Jorge Capitanich, Mario Das Neves y Juan Manuel Urtubey) no logró tampoco constituir un foco de autoridad que contrarrestase la supremacía del matrimonio pingüino, que hasta aquí mantiene la iniciativa y establece la agenda de prioridades, guerreando incluso con los grupos mediáticos más poderosos.
Hay quienes, como el radical concertador Pablo Verani, sostienen que lo de Duhalde es sólo "un amague" para insistir en impulsar, como arquitecto, a alguna figura relevante que capee el temporal que se avizora una vez más en el horizonte político cercano.
En su retorno a la actividad, Duhalde tiene paradas obligadas: obtener el mando del PJ en la provincia de Buenos Aires, captar adhesiones en el interior (algo que siempre descuidó) y finalmente ir por la conducción del peronismo a nivel nacional.
Secundado por los gremialistas Luis Barrionuevo y Jerónimo Venegas, "Negro" trata de motivar con un proyecto superador al de Kirchner, al que considera por demás enemistado con sectores como el empresarial y la Iglesia.
"No tenés mucho que ofrecer. Vos venís con nuevos carnets de afiliación y Kirchner sigue llegando con plata", le dijo práctico un intendente del Gran Buenos Aires que responde al vicegobernador Alberto Balestrini, el hombre fuerte de La Matanza.
Es una incógnita, por otra parte, la vinculación con el trío Mauricio Macri, Francisco de Narváez y Felipe Solá. Mientras este último destiñe, los otros dos consideran prematuro hacer un acercamiento público con Duhalde.
El que no lo esquiva es el vicepresidente Julio Cobos, abocado a un esquema dialoguista y alternativo que empezará a tomar volumen si a fin de año consigue poner a un hombre de confianza al frente de la Unión Cívica Radical (UCR) en reemplazo de Gerardo Morales, quien prefiere el liderazgo de "Lilita" Carrió, en sociedad con el Partido Socialista.
No se auguran días tranquilos. Hay historias sospechosas teñidas de sangre. Una senadora del cobismo correntino, Dora Sánchez, contradiciendo sus propias declaraciones de hace unas semanas, votó junto con el Frente para la Victoria a pedido del gobernador Arturo Colombi, quien la semana pasada sucumbió en el balotaje frente a su primo Ricardo.
El gobierno deberá hacer malabarismos, además, para explicar el restablecimiento de relaciones con el Fondo Monetario Internacional, después de que Kirchner tomara la determinación de pagar toda la deuda y no permitir más misiones de auditores que "venían como virreyes".
Como hay una necesidad de insertarse en el mercado mundial financiero, el relato irá enmarcado en el nuevo prototipo inaugurado por presión del G20, bajo la presidencia del flamante premio Nobel de la Paz, Barack Obama.
La guerra con el campo, en tanto, entró en una tregua de 30 días. Hay predisposición para acordar, pero la desconfianza es muy grande.