Viernes 16 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 2 > Nacionales
ANÁLISIS: El salto de la responsabilidad a la irresponsabilidad

Explicar con simpleza los presupuestos del Estado remite al manejo del hogar o del consorcio. Cuando sale más de lo que ingresa en una familia, la diferencia hay que cubrirla o con mayor producción que genere mayores ingresos o con mayor endeudamiento. En economía, eso se llama déficit.

Pero si el responsable de la casa supone alegremente que esto se dará así durante el año próximo, es igualmente arriesgado que comience a gastar a cuenta o que a la primera de cambio su mujer reviente la tarjeta como en los viejos buenos tiempos. Eso se llama ser irresponsable.

Estas variables son exactamente las que marcan las pautas del Presupuesto nacional para 2010, un nivel de gastos que no declina y sólo la esperanza de que mayores cosechas, mejores precios internacionales y/o la eventual apertura de los mercados financieros para la Argentina cubran las diferencias, aunque las tasas sean altas o aunque haya que volver a transar con el odiado usurero del barrio (FMI).

Además, si de cubrir también los gastos de los hijos se trata y si no se tienen las espaldas suficientes para bancar a toda la familia, ya sea porque no se les quiere asignar una porción fija de los ingresos o porque además ya se les debe tanto dinero que no es posible devolvérselo, el artilugio de otorgarles un permiso para que también se endeuden por encima de sus posibilidades no parece que sea una solución a nada, sino el previsible comienzo del fin de todo el núcleo familiar.

Así, la variante de no poder darle a las provincias que están en irremediable situación de rojo fiscal mayor proporción de la coparticipación de determinados impuestos (cheques, Bienes Personales, Ganancias, etc.) y reemplazárselo por más flexibilidad en el endeudamiento, sacándoles el cepo de la Ley de Responsabilidad Fiscal, no parece ser tampoco la solución, sino el nuevo comienzo de una historia archiconocida.

Este aspecto de presumible jolgorio en un camino que por ahora es de ida, también le cabe a la Nación, que podría volver a endeudarse con topes inciertos, para clausurar la brecha que hoy no puede cerrar. Al alcohólico en recuperación no se le puede dar nunca la chance de un sorbo.

Las familias, la Nación y las provincias ya deberían saber de memoria que tampoco se puede entregar la virginidad de a pedacitos. O se la mantiene o se la desecha, pero no hay términos medios. La historia de los unos y los otros debería tener en claro a esta altura del partido que cuando se pierde la responsabilidad se ingresa fatalmente en el terreno de la irresponsabilidad y que de esa espiral es cada vez más difícil salir, hasta que suceden cosas de tristes recuerdos.

HUGO GRIMALDI
DyN

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