Miércoles 14 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 45 > Cultura y Espectaculos
Todo lo que esconde una máscara
La escritora colombiana Laura Restrepo hizo un interesante análisis de su uso. Desde el subcomandante Marcos hasta los luchadores pasaron por su peculiar mirada.

MADRID (DPA).- En un país de unos 100 millones de habitantes, numerosas son las formas de intentar abordar sus historias, individuales y colectivas.

En su actual visita a Madrid, la escritora colombiana Laura Restrepo, una vieja conocedora de México, intentó hacerlo hoy de una manera muy peculiar con el país latinoamericano: a través de sus máscaras.

"La máscara", dijo la escritora sudamericana, que pasó varios años exiliada en México, es como "una doble piel", una "cara detrás de la cara".

Aunque su original ejercicio literario empieza por la filosofía de Nietzsche -"Todo ser profundo necesita una máscara", citó al pensador alemán- y pasa por sonados mitos como el "hombre de la máscara de hierro" francés y las fantasías de Dumas, es el imaginario colectivo mexicano el hilo conductor más impecable para su relato.

El subcomandante Marcos o el célebre luchador "El Santo", así como el sanguinario sacerdote azteca Xipe Totec o el peculiar "Superbarrio Gómez", un emblemático activista social urbano, medio en broma y medio en serio, que se esconde detrás de un disfraz: Toda la realidad mexicana le brinda a Restrepo un enjundioso material para entender la complejidad del ser humano.

"El México de hoy es un pueblo dado a la tarea monumental y apasionante de transferir el significado de sus antiguas máscaras cruentas a códigos incruentos de convivencia posible", señaló Restrepo en el festival ViVamérica, un evento cultural iberoamericano celebrado simultáneamente en Madrid, Bogotá, Santo Domingo y Cádiz, que termina el domingo.

La ponencia de la autora colombiana en su intervención en la Casa de América madrileña fue dedicada a los mitos literarios en torno al disfraz del rostro e ilustrada con una serie de 40 diapositivas.

La máscara "puede convertir al ser humano en héroe", apuntó la escritora, cuyo marcado compromiso político y la publicación de un libro sobre el movimiento guerrillero colombiano M-19 la llevaron al exilio en los años 80.

Pero "si no se la quita a tiempo puede convertir (a la persona) en un payaso", agregó.

Considera que eso es lo que le ha pasado en parte al subcomandante Marcos, ícono de los zapatistas mexicanos. "Fue serio cuando a través de él los indígenas pudieron reclamar justicia", indicó, pero dejó pasar el momento propicio para quitarse el pasamontañas, y la "máscara se le tragó la cara".

"El humor de los mexicanos, que no perdona -añadió- dio en bautizarlo el ´Cara de Trapo´". O el "Cabeza de Media".

Aún así, el subcomandante, figuras entre sus enmascarados favoritos. "El hombre de la máscara de hierro, es el enmascarado más atractivo. Y de la historia actual me fascinó el subcomandante Marcos. Lo que ocurre con Marcos es que la máscara, símbolo de clandestinidad, se le acabó pegando al rostro por no haber sabido salir de clandestinidad para conformar un movimiento visible", dijo ella.

Pocas cosas encandilan tanto las pasiones populares mexicanas como la lucha libre, cree también la autora de novelas como "Dulce compañía", que le deparó el premio Sor Juana Inés de la Cruz en México en 1998, o "Delirio", premio Alfaguara de Novela en 2004. El deporte del "costalazo" ha producido grandes mitos como el de "El Santo", también conocido como el "Enmascarado de Plata", o el del "inmortal ´Black Shadow´", otra leyenda popular del cuadrilátero y los golpes artificiales. Cuando al gran "Shadow" le tocó enfrentarse a su archienemigo, "ni más ni menos que el invencible ´Santo´", narró Restrepo, éste le arrancó la máscara después de derrotarlo. Pero la ignominia de perder su rostro de luchador se convirtió al instante en lo contrario: debajo del disfraz apareció un "galanazo", que "rindió de amor" al público.

El pudor, la virtud, el fracaso. Todos son elementos que se pueden hallar detrás de esas peculiares máscaras.

La cultura popular mexicana, señaló Restrepo, lo logra "a punta de colorido, vocación popular y oído para escuchar el zumbido del mito en medio del estrépito urbano". Y de "un extraordinario sentido del humor", agregó. La idea de las máscaras surgió de la invitación de los organizadores del festival para que usara imágenes en su exposición. "Fue una idea espontánea", dijo la escritora colombiana. "Pero no descarto el seguir con el tema en el futuro".

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí