Miércoles 14 de Octubre de 2009 18 > Carta de Lectores
La India también existe

Han sido tan impresionantes las perspectivas abiertas por el progreso material de China a partir de 1979, año en que los jefes del Partido Comunista gobernante optaron por reemplazar los dogmas económicos marxistas por otros inspirados en la obra de pensadores liberales como Adam Smith, que tanto aquí como en los demás países occidentales se da por descontado que pronto estará en condiciones de competir con Estados Unidos por el liderazgo mundial. Aunque es posible que ello ocurra, también lo es que hacia mediados del siglo actual China se vea sobrepasada por otro "gigante asiático", la India, que si bien no ha crecido económicamente de manera tan espectacular como su rival, ha logrado progresar a un ritmo que, de mantenerse, pronto le asegurará un lugar entre las tres economías más grandes. La India cuenta con una población casi tan numerosa como la de China, de suerte que para colocarse entre las economías principales del mundo le bastará con alcanzar un ingreso per cápita que sea la cuarta parte del estadounidense o europeo. Tal y como sucedió en China, la clase política india tardó en abandonar las ideas socialistas, las que en su caso habían heredado del laborismo británico, pero en cuanto dejó de conformarse con "la tasa hindú de crecimiento", puso en marcha un proceso de expansión que en un lapso muy corto modificó el equilibrio de poder internacional. A pesar de que por motivos comprensibles el gobierno indio siga dando prioridad a la amenaza que le plantean los islamistas militantes paquistaníes, en diversas ocasiones se ha afirmado decidido a aumentar su influencia en todas partes del mundo, incluyendo, desde luego, a América Latina.

Puesto que a diferencia de China, la India es una democracia cabal, muchos analistas creen que en el fondo está mejor preparada para enfrentar los problemas que con toda seguridad provocarán los cambios sociales y culturales que están produciéndose en ambos países. Por cierto, es lo que esperan los preocupados por el atractivo que podría llegar a tener el "modelo" chino en las zonas más pobres del mundo, ya que, de difundirse nuevamente la idea de que sólo las dictaduras estén en condiciones de garantizar el desarrollo rápido, algunas democracias precarias en América Latina y África correrían peligro de recaer en la tentación autoritaria. Si resultara que la India pudiera anotarse triunfos igualmente importantes en la lucha contra la pobreza sin pisotear los derechos humanos básicos y sin que estallaran conflictos violentos, los planteos de quienes admiran a los regímenes autoritarios serán menos convincentes.

El propósito de la visita breve a la India que ha emprendido la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, además de una comitiva conformada por funcionarios y un centenar de empresarios, consiste en fortalecer los lazos bilaterales, en especial los comerciales, pero sin olvidar los políticos y los "estratégicos", los que en el léxico kirchnerista quieren decir los supuestos por la colaboración en foros multilaterales como el G 20. Sea como fuere, andando el tiempo la relación con la India podría resultar tan importante como la con China y la Unión Europea. La India ya se ha convertido en un socio comercial clave -el intercambio excede los mil millones de dólares anuales- y siempre y cuando nuestros gobernantes no sigan aplicando su extraña política de proteccionismo al revés, prohibiendo espasmódicamente la exportación de productos determinados, podría aumentar mucho en los años próximos. Felizmente para nosotros, al mejorar el estándar de vida de los habitantes de países como la India, crece exponencialmente la demanda por productos que estamos en condiciones de producir en abundancia. Asimismo, la India está en vías de transformarse en una potencia tecnológica, sobre todo en lo relacionado con la informática, merced a la capacidad llamativa que manifiestan sus científicos. En Estados Unidos, una proporción muy alta de los responsables del boom informático han sido expatriados indios, de los que algunos han regresado a su país natal donde han ayudado a crear polos de desarrollo en ciudades como Bangalore y contribuido mucho a la expansión económica de los años últimos. Por razones evidentes, nos convendría estrechar los vínculos en un ámbito en el que nuestras deficiencias son notorias.

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