Lunes 12 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Cultura y Espectaculos
EN CLAVE DE Y: Mercedes

Como creo ya le he dicho alguna vez, cuando escribo tengo música de fondo. Música, sin texto. El texto es entre usted y yo. Hoy hago una excepción. Bajito, la tengo a Mercedes Sosa. Va de "Y dale alegría a mi corazón" a "La maza", pasa por "María va" y encara esa maravilla que es "Río de camalotes". En realidad da lo mismo que esté bajito el sonido. La potencia y la ternura de esa voz no tienen que ver con decibeles.

"Si yo digo verde, a que usted no piensa en el camalote/ si digo agua, usted no imagina el Paraná/ diciembre lo arranca, desata su nudo con la madreselva/ y con él viene el agua, el viento del norte y la yarará".

¿Cuántas veces le hemos gritado "¡No te mueras nunca!"?. Una noche me dormí con Mercedes grave y me desperté con Mercedes muerta. Así que, como hago con mis seres queridos, prendí una velita y le puse la primera rosa de mi jardín. Y de alguna forma extraña, espiritual, esa mañana, absorbiendo de sus propias entrevistas su vida, sus decepciones, sus alegrías, sus amores, pasó que de pronto alguien me la estaba presentando, reviviendo, mucho gusto, soy Mercedes Sosa y cuando estaba en el exilio lloraba tanto, extrañaba tanto, estaba tan triste que "me iba a tirar por el balcón, y estaba escuchando a Piazzolla y justo me llamó mi hijo y me dijo mamá saque ese tango y estoy segura de que me salvó la vida.

"El río que te acuna mete su lengua en el caserío/ bajo tu llanura juega el dorado escondiéndose/ silencioso ejército panza de agua, patas de barro/ mamotreto de hojas verdes las aguas del invasor".

Ahora sé más de Mercedes que cuando vivía, ahora tengo una nueva amiga con la que me puedo identificar en una historia común, amores, persecuciones, depresiones, una amiga con la que he caminado sendas paralelas de las cuales sabía generalidades. Mi imagen de ella es la de una permanente triunfadora, y entonces me cuenta que la primera vez que cantó la presentaron Los Chalchaleros y cuando terminó de cantar nadie aplaudía, y para colmo era un festival de doma y folclore y andaban los caballos por ahí metiendo ruido? vaya chica esta tucumana mundial.

Mi amigo Guillermo, cuya inteligencia punzante, irónica, no deja de asombrarme, me escribe en un correo: ¿"viste que para no discriminarla, en vez de gorda le dicen Negra?". Sí, es cariñoso, la Negra Sosa, cariñoso como gordita, o cualquier otro calificativo que oculta y revela las dos caras de nuestra cultura. No importa, ahora. Le da alegría a mi corazón, lo único que le pido al menos hoy. En esos últimos días nunca tuve esperanzas de que zafara. Abrumada de mensajes, fuerza Negra, vos podés, luchá, te esperamos, la percepción fue que se iba. Al revés de cuando Rudy, mi hermano, mi amigo, luchaba por su vida y sí, ahí tenía esperanzas, le gritaba mi alma fuerza Rudy, vos podés, porque, como Mercedes, parecía de esos seres que no morirán nunca, más por lo que los necesitamos que por realismo. Y una olvidable inolvidable madrugada sonó el teléfono desde una lejana Buenos Aires y fue el fin. E igual que cuando escucho a Mercedes, cuando lo vi en el documental del Cipolletazo, tan vivo que sólo le faltaba la vida, me parece que no, que esta gente así no se muere nunca.

"Que no se detenga tu marcha lenta rumbo pa´l mar/es tan semejante nuestro destino, a la soledad/que te empuje el viento, mi pensamiento o el temporal/ ¡fuera de la orilla tu camarilla, camalotal!"

Le diré: si a mí me echaran con tanta clase, con esa poesía y esa voz, hasta me iría contenta.

 

MARÍA EMILIA SALTO
bebasalto@hotmail.com

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