-Comienzo con un clásico: ¿se postulará para gobernador?
-No lo descarto. Me siento capaz, en condiciones de poder gobernar la provincia. Pero si decido postularme, no lo haré ahora. Aspiro a que no se tome como arrogancia el hecho de que me siento capaz de ser gobernador. Yo estoy haciendo una de las mejores escuelas que hay en materia de gestión ejecutiva-política: gestiono un municipio y creemos que lo estamos haciendo acertadamente.
-Desde la política, ¿hay alguna experiencia que extrae por encima de otras desde su gestión en Viedma?
-Aprender a decir más veces "no" que "sí". Y encontrarse al día siguiente, cara a cara, con el vecino o el barrio al cual uno le dijo "no". Estoy convencido de que el "no" que no sea caprichoso sino que tenga fundamento, ese "no", es uno de los rasgos que hacen positiva la gestión política, la gestión administrativa?
-Volvamos a su eventual candidatura. ¿Cosecha respaldos?
-Sí, sí. Tanto desde adentro del radicalismo, como desde afuera. Pero falta mucho.
-Ésa es una verdad parcial. No me juegue de Julio Argentino Roca?
-Sí, falta? Lo que pasa es que aquí hay muchos apurados, acelerados.
-Pero Bautista Mendioroz ya largó?
-¡Sí, sí! ¡Es el paradigma, el sinónimo de apuro!... Con su apuro desacredita la política más de lo que está desacreditada por nosotros, los dirigentes. La política como ambición de poder y nada más?
-¿Se ratifica en algo que me dijo hace ya varios años, antes de llegar a la comuna, en cuanto a que la UCR rionegrina estaba dejando de ser un partido para transformarse en una maquinaria electoral?
-Lamentablemente no me equivoqué: dejó de ser un partido y devino en maquinaria electoral muy eficaz hasta las elecciones de junio, que poco faltó para que perdiésemos el poncho. Y es positivo que ganásemos arañando porque el daño que hizo la cultura de maquinaria electoral y nada más fue inmenso.
-¿En relación a qué?
-A lo que un partido no debe perder pero nosotros dejamos de lado: las ideas, su debate, la autocrítica, el renovar la formación de cuadros? terminar con el personalismo? la perpetuidad en cargos, consentida por el partido, de gente ineficiente. Yo en esto y desde el radicalismo abrevo mucho en?
-En Frondizi, ¿no? Se nota, si se sigue su discurso en el tiempo. Bueno, su padre fue uno de los diez mandos más decisivos en defensa de Frondizi. Lo dice la historia.
-Mi padre era desarrollista, sí. Y yo vengo de ahí? Sí, sí, siempre admiré el respeto que Frondizi tuvo por las ideas. La política es miseria cuando sólo es emoción, gritos y lucha por el carguito.
-¿Está de acuerdo con la reforma de la Constitución provincial?
-Por principio no soy antirreformista, pero no estoy de acuerdo con cómo se planteó el tema y en qué momento se plantea. Reformas de esta naturaleza tienen que nacer de un definido proceso de reflexión, de consulta que alcance a la sociedad que está por afuera del máximo poder de decisión política y no quedar circunscripta esa decisión nada más que al arbitrio de los que estamos en política? Pero parece que esto, aquí y ahora, no se tiene en cuenta.
-¿Qué tiene de negativo el cómo se ha instalado aquí y ahora el tema de una eventual reforma?
-Que clava el tema sin calidad de instalación, sin prestigiarlo, descuidando el significado de importancia que tiene el tema por su naturaleza y eso confunde, genera maraña?
-¿En qué confunde, a quiénes y por qué?
-A la política, a la sociedad. Y confunde porque el tema se instala sin rigor de fundamentos, de razones merituadas y explicadas? donde en todo caso lo que aparece ante la gente son motivaciones de índole política.
-¿Saiz 2011?
-Lo que sea. El proyecto de reforma se terminará agotando en sí mismo porque terminará forzando la institucionalidad de la provincia y esto no es conveniente frente a los problemas que sobrelleva la política aquí y en todo el país?
-Pero ya están las pintadas a brocha gorda: "Saiz 2011".
-Ése es un buen ejemplo de los apurados de los que recién le hablé.
-¿O sea que Saiz es uno de los apurados?
-¿Por qué?
-¿Usted cree que no tiene nada que ver con las pintadas?
-Bueno, él dice que no.
-¿Y usted le cree?
-Y? tengo que creerle.
-Pero me lo dice riendo?
-Bueno, en este tema yo estoy como? no sé?
-Como "El vizconde demediado", de Calvino: no se sabe ante quién se está?
-No, no? ¡yo le creo! Le he escuchado decir que no tiene ningún interés en la re-reelección, pero seguramente tiene algunos a su alrede-dor que lo alientan en esa dirección.
-¿Cómo define a Saiz desde lo político?
-Desconfiado.
-En política, la desconfianza suele ser el punto de reunión del miedo a la política, de la carencia de ideas, de limitaciones para tener pensamiento propio?
-Bueno, hubo un presidente de Bolivia -Melgarejo-, que un día fusiló a su propia camisa porque decía que ni en ella podía confiar. En política hay momentos para la desconfianza, pero no se puede hacer de la desconfianza una cultura.
-¿Éste es el caso de Saiz?
-¡No, no!... Un desconfiado extremo maniata su gobierno, termina no haciendo nada o haciendo muy poco. No es el caso de Saiz. Reflexionada hoy su gestión, es posible que reciba mucho juicio severo; pero quizá con los años, quienes estudien su gestión y sepan del cúmulo de obras públicas que marcaron su paso por el poder digan: "¡Este tipo fue un genio!".
-¿Lo es?
-No. Mire, cuando yo hablo de Saiz como desconfiado, me refiero concretamente a que no se animó a más? ¿Me entiende?
-No.
-Fue el gobernador de toda la transición que mejor posesionado estuvo en materia financiera. Creo que debió aprovechar esa situación no sólo para hacer obras públicas sino para colocar a su gobierno y a la política de la provincia en un estadio de mayor calidad en relación con el hacer política.
"¡Creía que yo lo envenenaría!"
-Hace poco estacioné frente al Comando de Remonta y Veterinaria y me acordé de usted y de sus entreveros con el general Camps.
-No, entreveros no, pero… ahí lo tuve de jefe mientras hice la colimba durante la dictadura. Yo quería hacerla en un lugar donde nadie me rompiera…
-Sí, sí, está claro.
-No sé… el Hospital Militar, Remonta, que me venía bien porque ya estudiaba Veterinaria y así podía seguir estudiando. Y bueno, como estaba en curso que yo podía llegar a ser pariente circunstancial de Camps y lo fui, terminé ahí, donde él era dueño de vidas y haciendas después de haber dirigido la Bonaerense en los inicios de la dictadura. ¡Un tipo terrible!... Sabía que yo ya militaba en la Juventud Radical aun estando prohibida la actividad política y desconfiaba de mí. Con el tiempo me enteré de que creía que yo lo iba a envenenar. ¡La pasé fiero! ¡Me hicieron laburar por varios campeonatos!... Todo el día limpiando las caballerizas, los baños…
-"Bosta y pala; pala y bosta", decía Uriburu.
-Sí, sí… "Bosta y pala; pala y bosta"…
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com