Sucede lo que no debe suceder. El oficialismo está abrumado en sus forcejeos de poder cuando Río Negro zozobra por los problemas fiscales y gubernamentales.

¿Qué hace el gobierno? Prioriza una reforma constitucional -que desalentó años antes- y relega la gestión provincial, últimamente más deteriorada por las carencias financieras y la demora salarial.

No hay recursos. Nación retacea y arquea -políticamente- sus transferencias y, sensibles a esos gestos, los bancos también retardan sus auxilios crediticios. El gobernador Saiz ordenó el miércoles vaciar las cuentas de las sociedades públicas y fiduciarios para pagar los haberes. Días antes, el ministro Verani se había opuesto a instrumentar esa medida. El Fondo Unificado era un esquema de compensación bancaria, pero ahora la provincia se apropió de esos fondos. Queda el arduo objetivo de retornarlos. Para el parcial cronograma anunciado, 40 millones se usarán de esas cuentas y el Banco Patagonia prometió otros 50 millones, constituidos en un adelanto crediticio con una tasa anual del 20 al 24%. Siempre onerosa cuando la incertidumbre campea.

Desolado, el gobierno provincial aguarda el abrigo K. Saiz confía en la reciprocidad a su fidelidad, pero sorprendió su displicencia para esa faena. Esos trámites -ya se sabe- son prácticas que lo incomodan. Pocas -por no decir ninguna- tareas asumió ante la administración nacional.

Verani abandonó la propia hace semanas. Creía que su función había concluido. "Queda la etapa política", repitió. Pedía la actuación de Saiz. El secretario Juan Carlos Pessoa es un férreo custodio de las arcas de Economía y sólo cumple con los mandatos del ex presidente Néstor Kirchner.

Saiz prefirió un superfluo viaje a Washington por el BID y luego trasladó aquellos deberes al secretario general Francisco González y al ministro Diego Larreguy. Pocas puertas se abrieron entonces. El contacto más poderoso concluyó en el rionegrino Miguel Pichetto, después de que éste ofreciera públicamente sus servicios. Ambos hablaron con el senador, sorprendido de que Saiz renunciara a esa labor. El justicialista habló con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Nada pasó; las respuestas -evidentemente- están en Olivos.

¿Por qué Saiz se excluyó de esa diligencia? Escuchó quejas de Fernández pero prefirió esquivar los reproches de la presidenta y su esposo.

Quería esperar la ley de medios, que el Senado aprobó ayer. La oposición de Verani era una acción con costo para su relación con la Casa Rosada.

Sus residentes reconocen el nulo impacto de Saiz en las decisiones de Verani, pero nada es neutro en el mundo K de pasiones, lealtades y traiciones.

Reverencia. El gobernador asume esa conducta frente a su antecesor. No fue distinto en el proyecto de medios. Advertían la disparidad. Saiz no lo habló. Verani utilizó esa mudez y promocionó su rechazo. Las sugerencias se demoraron y nunca fueron directas. "Ya es tarde y no voy a cambiar", le transmitió el senador a Larreguy.

Las próximas respuestas de Nación sellarán mucho del futuro de Río Negro. El último envío de Economía del programa de asistencia fue el 29 de julio. Resultó de un trámite de Saiz y sirvió para los aguinaldos, que lo favoreció en la pulseada con Hacienda. Pasaron dos meses y no se logró otro envío. Hay cuatro cuotas por cobrar, que serán básicas para complementar el crédito bancario que gestionan. Todo demandará respaldo nacional frente al impedimento de endeudamiento provincial que establece la ley de Responsabilidad Fiscal.

Las finanzas -como nunca- están atadas a las mañas kirchneristas. El pago de haberes concluirá en la última semana. Los gremios -hasta UPCN- vaticinan poca tolerancia. Los proveedores y los prestadores abrirán otro capítulo en esta etapa de desfinanciamiento estatal.

Esos problemas no concentran impulsos ni osadía gubernamental. Esa energía oficial se dispersa en un extemporáneo y dividido debate constitucional que oculta otra intención: el posicionamiento interno y la revelación de las candidaturas para el 2011.

Hay matices, pero subsisten dos grupos. Camuflado, Saiz alienta al propio, Residencia, que prioriza la reforma. Enfrente está la mayoría de los referentes históricos de la UCR y resisten actualmente esa modificación. Agrupa al vicegobernador Mendioroz -que proclama su candidatura para el 2011- y a otros dirigentes, desde el presidente del partido, Jorge Pascual, hasta varios legisladores como el titular del bloque, Iván Lazzeri y, entre otros, Daniel Sartor. Otros se alistan en esa resistencia pero alejados de aquellos anhelos, como el senador Verani y el intendente Jorge Ferreira. Ambos meditan sus propios deseos electorales.

Las fracciones cruzan testimonios y preparan acciones.

Se juguetea -desde hace años- con la reforma, pero nunca se avanzó seriamente. Saiz siempre mostró apatía por esas experiencias. Por caso, hundió en el olvido el diálogo político. Los obispos todavía esperan otra convocatoria. El convite del 14 de septiembre, fijado por el ex ministro José Luis Rodríguez, se postergó después de que el contador fuera desplazado de Gobierno. Los prelados esperan ese llamado terrenal.

Ahora, la inquietud reformista transmutó. Se abandonó el interés comunitario y se aferran a un objetivo personal.

"La instalación de la reforma reposiciona a Miguel y retiene así poder", revelan. Así parcializan su construcción. Subestiman el resultado final, pero están ocupados en sumar voluntades. El jueves y el viernes, el mandatario clausurará una reunión reformista de ediles radicales en Choele Choel con el constitucionalista Santiago Hernández.

Saiz resguarda en estricto secreto un análisis de la constitucionalista Marcela Basterra, que contrató y le presentó Rodríguez. Un borrador -de 50 páginas- bosqueja las temáticas por reformar. Al original se le anexaron ideas rionegrinas. Ahí hay garabatos de la reelección, en cláusulas transitorias, con dos opciones. Saldan la cuestión de la reelección del gobernador y el vice en que se tomará "este mandato -el actual, al momento de sancionar la ley- como si fuera el primero". Esa disquisición habilitaría a Saiz para una tercera gestión.

Cualquier similitud ya sobresalta al otro sector radical. El oficialismo transita su fractura, advierten. Las partes miden formas. Nadie quiere ser el artesano de la división. Pero el avance reformista derivó en que Lazzeri demarcará tolerancias. Alertó -en una entrevista que hoy se publica- no forzar la reforma por "la salud del gobierno de Saiz".

El radicalismo sabe repararse. ¿Podrá repetirlo? Hoy milita un actor determinante: el mandatario, que conoce de pleitesías y limitaciones del mando. "Si no ayudan, me llevo a todos puestos", sabe repetir.

El oficialismo, sin pudor, violenta los límites. Aprisiona a los rionegrinos en una perversa trama por el poder que pareciera convertir hasta la estabilidad institucional en otra añoranza provincial.