"Guitarra Negra" es una de las más bellas obras de Alfredo Zitarrosa. Tal vez la más poética, la más ambiciosa desde el punto de vista literario y musical y también la más difícil de presentar ante un público.
Contiene ese decir de un hombre solo, tan alfrediano.
Esa suerte de unipersonal de la angustia, de la descarnada conciencia del tiempo y de la historia, es ahora hermosamente recreada por los instrumentos de "Otro Puerto" y la voz de Rodolfo Velázquez, acompañados por un coro y un grupo de cuerdas que incluye guitarra, violines, viola y violoncello.
Por alguna razón, "Guitarra negra" es una de esas piezas sólo interpretadas hasta ahora por su autor.
Y "Otro Puerto" se le atreve con la reverencia de quien echa luz sobre un tesoro escondido.
Hay algo de eso en la obra, que logra -como pocas- ser a un mismo tiempo una fotografía moral del pensamiento de fines de los ´70 y atrapar aún hoy con la profundidad de su texto que, una y otra vez, va y viene de la contemplación a la tragedia, de la inocencia al desamor y la muerte.
En 1977 editó Zitarrosa el disco doble en el cual el poema "Guitarra Negra", de 17 minutos, ocupaba todo el lado A.
Hoy es la voz de Rodolfo Velázquez, un cantante de tango a quien le sienta bien el aire rioplatense, quien interpreta el texto de la obra.
Tan apegado es el tono de los versos, tan respetuoso el sentir de las guitarras, que estremece ver crecer la memoria de Zitarrosa sobre el escenario.
"Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada..." dice el poema.
En la segunda parte del recital, como en el lado B de aquel viejo disco de pasta, el clima es otro. Son las canciones de Zitarrosa, inmensas como "Stefanie" y "El violín de Becho", las que llegan en la interpretación de "Otro Puerto" y Rodolfo Velázquez.
Pero, al dejar la sala, todavía estará resonando esa machacona voluntad de testimoniar el tiempo:
"Hago falta... Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy... Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera..."
ALICIA MILLER
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