Lunes 05 de Octubre de 2009 Edicion impresa pag. 26 > Sociedad
OPINION: La fiesta interminable

Allá sobre los finales de la década del 60 se filmó "La fiesta inolvidable", no es mi intención hablar de esa excelente comedia que protagonizara Peter Sellers, sino de su título: Para que una fiesta resulte in-olvidable necesita entre cosas comenzar y?terminar, para luego poder evocarla y hablar de ella. Esto implica una dimensión temporal, en la cual se introduce la posibilidad del olvido, del recuerdo, del sueño y de la palabra. En nuestro tiempo pareciera que de lo que se trata es de que la fiesta nunca termine, empieza en la "previa", continua en el boliche, sigue en el "after hour" y después el "after-after"?con lo cual todo es siempre una previa en la satisfacción a obtener. Una fiesta interminable.

La búsqueda de la euforia permanente pretende eliminar todo dolor, sufrimiento, y aquello que tanto escuchamos en nuestra clínica hoy, y que aparece como una de las sensaciones más temidas en particular por los adolescentes: La del tedio y el aburrimiento, formas larvadas de la angustia.

En su obra "El malestar en la cultura", Freud formula al sufrimiento como originario, presente desde el momento mismo de la constitución subjetiva, por este motivo lo trata en términos de destino ineludible. Es precisamente por esto que el hombre intenta ponerle un freno a través de las distracciones, de las satisfacciones sustitutivas o por medio de sustancias embriagadoras que intoxican al organismo. Es interesante señalar que este último recurso no es abordado en dicha obra desde la preocupación que presenta en nuestros días, porque todavía no era considerado como un fenómeno de masas. La sociedad hipermoderna actual sitúa dos extremos: Por un lado la euforia perpetua sostenida por un imperativo: el deber de la satisfacción y la felicidad. Ese deber, esa doctrina de felicidad que desde el psicoanálisis llamamos "empuje al goce", encuentra sustento en los dictados de una sociedad que con su superproducción de objetos nos ordena el consumo como el camino más corto para el encuentro de ese goce, que al mismo tiempo se revela siempre escaso e insuficiente y "nos obliga" a continuar consumiendo. Que el consumo excesivo de los objetos en sus distintas variantes (drogas, alcohol, internet) se convierta en la patología de la época no debería sorprendernos, ya que es la forma más rápida de "llenar" ese vacío siempre amenazante para el sujeto, y que paradójicamente más se hace presente cuanto más se lo intenta evitar. La previa se convierte entonces en la pre-via para un rápido camino al goce, adolescentes pre-eufóricos y padres que no ven, que no pueden pre-ver la que se viene, extasiados quizás en esa realización satisfactoria de sus hijos, a los que muchas veces también ellos los conducen por ese camino ya sea con oferta de objetos, o participando de esos mismos modos de satisfacción ; anhelantes también ellos de ese goce siempre escaso que nos lanza a los humanos a una incesante búsqueda, por diferentes caminos. Una es la vía rápida de los objetos que nos encandilan con sus flasheantes promesas. Otras son aquellas que posponiendo el encuentro inmediato con el goce, hacen un rodeo por el circuito de lo simbólico, de las palabras, de la creación en sus diferentes formas, artística, científica, deportivas etc. sostenedoras de un sujeto siempre anhelante.

RUBÉN ZSERMAN
Psicoanalista

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