La decisión del intendente Juan Villalba de restringir los gastos mediante resolución involucrando a la planta de funcionarios, no hace mas que alertar sobre la imperiosa necesidad que tiene la comuna de reducir sustancialmente las erogaciones ajustándola a la realidad actual.
Por eso no sorprendió cuando se dio a conocer dicha resolución, porque era de esperarse teniendo en cuenta la cantidad de funcionarios y sus respectivos gastos adicionales, que si bien pueden ser valederos, también es cierto que se puede prescindir de varios de ellos.
La quita de algunos beneficios a los funcionarios como el pago de títulos, los gastos de viáticos, combustibles y otras yerbas le permitirá a la comuna reducir los gastos aproximadamente en unos 50.000 pesos mensuales.
Esto marca el comienzo de un camino de ajuste, donde seguramente se irá agudizando con el tiempo y en la medida en que los ingresos de dinero en las arcas de la comuna se vayan reduciendo por distintos factores. Salvo que produzca un incremento en los ingresos y las finanzas recuperen el nivel de años atrás. En ese caso, al cabo de algunos meses la situación podría volver como antes.
Sabido es que Villalba es reticente al achique y siempre pregona que tiene que aparecer la creatividad para superar estos momentos, sin dejar a nadie en el camino. Sin embargo, muchas veces aquello no alcanza y se debe tomar medidas.
La planta de funcionarios se ha ido ampliando a lo largo de estos seis años de gobierno, incorporándose nuevas figuras, algunas de ellas en el marco de la Concentración, pero en otros casos recurrieron al Ejecutivo comunal sabiendo de la sensibilidad social de Villalba, que en ese terreno a veces peca por ser demasiado generoso.
Pero más allá de su buena voluntad, hoy la realidad le muestra otra cara. A pesar su generosidad, no es descabellado pensar que en algún momento deberá asumir la responsabilidad de encausar el funcionamiento municipal conformando una estructura acorde a esa realidad, prescindiendo de aquellos que en la práctica no satisface la necesidad y el conformismo de la gente.
Es posible que la cantidad actual de funcionarios supera a lo ideal para una población como esta, porque da la sensación de que es demasiada estructura para una localidad de 17.000 habitantes.
Sin entrar a hilar fino sobre la actuación de cada uno de ellos, se puede percibir opiniones en todos los ámbitos, sobre la ineficacia de algunos y en otros la poca inserción dentro de la sociedad, lo que en cierta manera perjudica la imagen positiva de Villalba .
Es imperioso que el Ejecutivo comunal no asuma la obligación de dar cobijo a todos y realice un exhaustivo y frío análisis de la situación, adecuando la cantidad de funcionarios y personal a un marco de real necesidad.
Seguramente eso aliviará a las ajetreadas arcas comunales y su imagen emergerá valorada en toda su dimensión.