Crispación social; hastío por los cortes de rutas y calles; cuadros de pobreza que enfrentan a la presidenta con la máxima jerarquía de la Iglesia Católica; escándalos políticos; lluvia de denuncias de corrupción a través de la prensa; intentos de recomposición con el campo tras la guerra por la 125. Este catálogo inconcluso de penurias nacionales jalona la mitad del mandato de Cristina Fernández, donde el Frente para la Victoria (FpV), conducido por la mano férrea de Néstor Kirchner, fuerza la marcha para tener una ley de medios audiovisuales antimonopólica antes del 10 de diciembre.
Las discusiones en el Senado tuvieron un buen nivel, con participaciones a favor y en contra, hasta que el presidente de la comisión de Sistema de Medios de Comunicación, Guillermo Jenefes, mostró su carta y derrumbó el castillo en el aire que armaba la oposición de la mano del radical Ernesto Sanz y María Eugenia Estenssoro, de la Coalición Cívica.
"Es una ley que debe sufrir modificaciones. No es tan mala para que la rechacemos y no tan buena para que no la revisemos", sentenció, tras lo cual habilitó en disidencia la iniciativa del Ejecutivo, convencido de que no debía prestarse a permitir que tomen al bloque justicialista "como rehén".
Ése fue el límite. Con los números, el senador Miguel Pichetto aplicó el reglamento y clausuró el debate, antes de la sesión decisiva que comenzará el próximo viernes. Confía en que no tendrá dificultades para aprobar la iniciativa en particular y que impedirá tocar alguna coma de los artículos más cuestionados (órgano de aplicación y plazo para desinvertir) con una mayoría más ajustada.
"Igual, contaremos los votos hasta el final", señaló ya sin signos de contractura luego de la tensa deliberación del jueves.
En el gobierno no ocultan que la pelea principal es con el Grupo Clarín, uno de cuyos representantes tenía pensado exponer antes del final abrupto. No obstante, los senadores que denuncian que el propósito K "es dominar los medios de comunicación" han anunciado que seguirán discutiendo y no vaciarán el recinto, como los anti-K en Diputados. "¿Es eso PRO?", ironizó el pingüino santacruceño Nicolás Fernández, titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales, para quien algunos episodios negativos para la Rosada responden a intenciones desestabilizadoras.
Cerca de Cristina, en sintonía, contrastan la "gira espectacular" de la presidenta en Estados Unidos, donde se fotografió varias veces con su par Barack Obama, con "la presión de terror" que observan en titulares de diarios de circulación masiva.
El conflicto en Kraft (la ex Terrabusi) y la represión en el desalojo de la planta provocaron la intervención de la embajada de EE.UU. Se suspendió un encuentro entre el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y la nueva representante del gobierno demócrata, Vilma Socorro Martínez, aunque después se trató de minimizar lo que se calificó como un supuesto desplante.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, fue particularmente duro con las autoridades de Kraft, pero también reconoció que la comisión interna, controlada por fuerzas antagónicas a la CGT, actuó con intransigencia y violencia.
En la dependencia de Tomada se asoció el clima de protesta de piqueteros de izquierda con la determinación presidencial de promover nuevos planes sociales a través de intendencias y cooperativas que tienen el sello del peronismo.
El futuro político no es claro. Pero hay algunos indicios, ahora que se creó un Ministerio de Agricultura y los cuatro miembros de la rebelde Mesa de Enlace Agropecuario fueron a la asunción de Julián Domínguez y le dieron la mano a la presidenta ante decenas de reporteros gráficos.
Daniel Scioli, que anunció que no asumirá la banca que ganó como diputado, se prepara para lanzar un plan de gestión 2 + 4, esto es lo que le falta para completar su mandato como gobernador más la reelección. Cuenta con la venia de Kirchner, con quien se mostrará el 17 de octubre, en el Día de la Lealtad Peronista, en un acto en el Coliseo de La Plata al que también fue invitado Antonio Cafiero.
Scioli tiene problemas financieros y depende como gran parte de los mandatarios del auxilio de Nación, pero también confía en recaudar 1.200 millones de pesos con el nuevo impuestazo y llevar tranquilidad a los empleados públicos. Para sosegar al campo, si bien mantendrá tributos sobre los puertos, los reducirá considerablemente.
Por otra parte, volvió Elisa Carrió con un nuevo partido. Conciliadora, se presentó como promotora de acuerdos parlamentarios. Se amigó con Gerardo Morales, el presidente de la UCR, al que le había reprochado su acercamiento con Florencio Randazzo, y pronunció un discurso de fuerte contenido moral.
"No seremos cómplices del kirchnerismo. Tampoco de los que quieren empujar al abismo al gobierno, como ocurrió en el 2001. Y mucho menos de los que quieren hondurizar (sic) a la Argentina", expresó en la intimidad dando razón a los que en esta hora esgrimen teorías conspirativas.
Puso el grito en el cielo por el coqueteo del vicepresidente Julio Cobos con opositores, algunos de los cuales (Mauricio Macri y Francisco De Narváez) no gozan de su simpatía.
En su intento de retornar y hacerse banca en la UCR, no casualmente, Cobos encuentra un escollo en la pretensión de Morales de hacerse reelegir al frente del centenario partido.
Los radicales no están calmos. Ricardo Alfonsín pretende desplazar de la jefatura del bloque de diputados radicales al cordobés Oscar Aguad después del próximo 10 de diciembre.
Cobos no se quedará quieto. En noviembre, convocará a los "mejores dirigentes" del radicalismo, junto a pensadores y tal vez dirigentes de otras fuerzas, con el propósito de analizar un plan para el período 2011-2015.
¿Cómo salir de la confrontación y la mentira?, planteó el viernes "Lilita" Carrió. Buena pregunta. ¿Cómo?