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La forestación urbana fascina a los turistas | ||
Notros, primus, ciruelos y malus aportan color | ||
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB)- Los turistas que admiran la variada y florida forestación urbana que alegra la ciudad en primavera, ignoran, en su mayoría, que hasta hace dos décadas esos árboles no existían, y que, pese a estar enclavada en un parque Nacional, Bariloche casi no tenía árboles en sus veredas, y tampoco pájaros. "Entre la junta de los bloques de piedra, a veces una mancha, lila y violeta. Pompón siniestro que nace de una hierba. No hay un sólo árbol, que lo verde pareciera sacrilegio. No se distinguen copas de árboles y el viento corre en este desierto de piedra, siniestro como si soplara en la ciudad de los espectros. Y los pájaros, todos enjaulados, nos recuerdan cada vez que pían que no debían estar allí". Con esta descripción, de una ciudad triste, Roberto Arlt se refería a Santiago de Compostela, pero bien podría aplicarse al Bariloche céntrico hasta mediados de los 90´. Esa realidad y el haber conocido otras ciudades, quizá, inspiró a Alfredo Caspani a formar la Asociación de Amigos de la calle Gallardo, que luego de ser asfaltada como avenida, por su iniciativa se vistió con los cientos de notros que hoy pintan de rojo sus veredas. Después plantó prunus o ciruelo de flor en las calles Elflein y Tiscornia, y malus o manzanos de flor en la calle Ruiz Moreno. En 1995 tomó la posta el Concejo Municipal al crear la Comisión Interinstitucional de Forestación Urbana, siempre con el acompañamiento de Caspani, y así, los clubes de servicios y cada una de las colectividades con representación en la ciudad tomó a su cargo la forestación de una calle en toda su extensión. Dentro de sus limitaciones presupuestarias, la municipalidad aportó especies de su vivero, testigos, transporte y personal para abrir huecos en las veredas y plantar los miles de ejemplares de variadas especies que son orgullo de la ciudad. Viveros locales y del sur de Chile aportaron sus retoños a un precio módico, y 15 años después el sueño de Caspani y de muchos otros vecinos se hizo realidad, a pesar de los vándalos y depredadores humanos, que sin obtener beneficio alguno hacen más daño que cualquier plaga. Don Alfredo Caspani falleció a mediados de 1998 y una céntrica calle-paseo lleva su nombre como justo homenaje. Pero su semilla fructificó, y desde hace una década el "Ruso" Rogelio Seiler, además de donar un porcentaje de las ganancias de su almacén, comenzó a organizar torneos de penales con la finalidad de seguir plantando árboles y motivar con su iniciativa a chicos de las escuelas primarias. | ||
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