WASHINGTON.- Nuestros antepasados más antiguos tenían una apariencia mucho menos simiesca que lo supuesto hasta ahora, según un nuevo estudio de un esqueleto hallado en Etiopía en 1994.
"Ardi", como bautizaron los investigadores al esqueleto de una hembra, tiene 4,4 millones de años, un millón de años más antigua que la famosa "Lucy", un homínido hembra descubierto en 1974 también en Etiopía. En 11 artículos que publica la revista "Science" hoy viernes, científicos de todo el mundo describen el hallazgo del esqueleto casi completo de "Ardipithecus ramidus", que se armó con partes de varios individuos, pero ante todo de una hembra, que fueron encontrados desde 1994.
"Ardi" medía alrededor de 1,20 metros de altura, pesaba unos 50 kilogramos y presentaba características particulares: sus manos, pies y su pelvis sugieren que se trepaba a los árboles, pero que en el suelo se desplazaba caminando sobre sus dos piernas. Para ello no usaba los nudillos, como los monos actuales.
El cerebro era pequeño, como el de un chimpancé, pero la base del cráneo se asemejaba a la de los hombres primitivos posteriores.
El esqueleto fue encontrado en la región de Afar, noroeste de Etiopía, al igual que el de "Lucy" y los fósiles de muchos hombres primitivos. La mandíbula proyectada hacia adelante era más chata, mientras que los colmillos no eran largos ni puntiagudos como los de los monos. Esto señala que tenía un carácter más pacífico y menos agresivo.
Se presume que "Ardi" comía tanto nueces y frutos como insectos y pequeños animales. Todo esto demuestra que nuestros antepasados más antiguos eran menos parecidos a los simios y que los monos actuales se separaron mucho más en la evolución de su último antepasado común con el hombre primitivo posterior que lo estimado hasta ahora, indican los expertos.
La investigación de "Ardi" muestra que la transición hacia el hombre no se desarrolló como se creía hasta ahora en la sabana abierta.
"Ardi" vivía en una zona boscosa abierta, que era mucho más fresca y húmeda que actualmente. Aun si Ardipithecus no es el "eslabón perdido" en el árbol genealógico de hombres y monos, se acerca más a él que todos los descubrimientos hechos hasta ahora y cambia las ideas que se tenían sobre la historia evolutiva temprana del hombre.