El problema del gas tiene sus propios efectos y lo que al gobierno nacional lo asusta es la posibilidad de un corte de suministro de más de 24 horas". La frase, pronunciada por un alto funcionario de la provincia con llegada directa al gobernador, fue la respuesta a una presunción que repicó toda la semana en los corrillos políticos: ´Sapag está presionando con el voto a la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual para obtener un mejor precio del fluido en boca de pozo´.
El propio interesado, el senador del MPN Horacio Lores, salió a explicar que su voto cuando se trate el proyecto oficial "no va a estar ligado" a las negociaciones que se lleven a cabo por la actualización del precio del gas. No obstante advirtió que si bien la ley cuenta con su aprobación en general, en particular no está dispuesto a votarla a libro cerrado.
Dicho en otros términos, presión existió y existe, pero fundamentalmente a través del fantasma del desabastecimiento de gas. Si además el MPN se revira en una votación que es crucial para el gobierno nacional, eso sería harina de otro costal, en todo caso la vinculación entre ambas cosas sería imposible de demostrar porque se entraría en el terreno resbaladizo de la conciencia del legislador.
Lo cierto es que la presión ejecutada por el tío Guillermo surtió efecto. En el MPN son una gran familia y saben cómo tratar a los que se meten con ellos: bastó que el mandamás del gremio petrolero mandara a cerrar durante 24 horas la canilla de los gasoductos que abastecen el país -Neuquén fue cuidadosamente preservada de la extorsión- para que De Vido (Cristina estaba afuera) entrara en pánico. Por razones de presión en los ductos, si la medida hubiera durado unas horas más, reponer el suministro en las principales ciudades del país habría tomado una semana y el gobierno de Cristina habría entrado en picada.
No por nada después de que Neuquén hubiera puesto en jaque el abastecimiento los técnicos del gobierno nacional se allanaron a estudiar un aumento progresivo de la tarifa residencial, algo que satisfaga al menos en parte los reclamos del gremio y la provincia.
Cerca del gobernador neuquino explican que el aumento debe ser masivo, para todos los sectores y no solamente para el 18% como se planteó hace poco, y que en todo caso se deberán analizar luego las situaciones particulares de aquellos sectores que no puedan pagar. Para fundamentar su postura, aseguran que la factura de gas representa sólo el 30% del valor del fluido. "Si se llevara el valor boca de pozo al doble del actual, el precio residencial se incrementaría sólo en un 30%", alegan.
No quieren hablar de valores, pero señalan que actualmente varían entre 0,50 y 2 dólares el millón de BTU y que deberán pasar a algo más cercano a los precios internacionales. Aclaran que no pretenden un cambio brusco sino "gradual". Sostienen, en fin, que el aumento puede estar aprobado en unos 10 días.
No es causal que el gobierno y su principal aliado, Guillermo Pereyra, se hayan jugado a fondo en esta instancia: del precio del gas, principal riqueza de la provincia, depende en buena medida el futuro de esta gestión. Si Sapag no lograra equilibrar las finanzas, inevitablemente sufriría un severo desgaste que, en un partido vertical y de intereses como es el MPN, abriría la puerta a un estado deliberativo.
Aunque con algún desgaste, por ahora el gobernador conserva buena parte del respaldo original. Por otro lado, las incursiones públicas de su antiguo socio y único competidor a la vista tienden a favorecerlo, en la medida en que Sobisch sigue encarnando un estilo prepotente que la sociedad parece querer olvidar.
Una muestra fue lo ocurrido esta semana cuando la Justicia convocó al ex gobernador en la causa de la llamada zona liberada. Sobisch no se privó de agredir a nadie, empezando por el propio juez, a quien dejó con la mano tendida.
Un fracaso de Sapag habilitaría un intento de su antecesor para retomar la riendas del partido, pero difícilmente Sobisch, siempre tan parecido a sí mismo, podría reconquistar el favor del conjunto de la sociedad. Antes bien, un fracaso de Sapag habilitaría una alternativa opositora, acaso a la propuesta más antigua encarnada por Quiroga.
Si, por el contrario, Sapag lograra estabilizar la nave, con seguridad quedaría habilitado para intentar una reelección. De hecho, algunos íntimos sugieren que la lanzaría en unos tres meses, apenas termine de poner las cuentas en orden.
Por lo pronto, el sapagismo se propone darle largas a la convocatoria a internas para renovar autoridades partidarias. Haciendo buen uso de los plazos procesales el tema quedaría para el 2010, y allí se vería si la pelea es protagonizada por una combinación de gente nueva con bronces del pasado o no queda más remedio que medir a los dos grandes.
Quien reunió a sus aliados para anunciarles su decisión de ir por la reelección fue Farizano. El miércoles el intendente juntó a sus funcionarios y sus aliados de Juntos por la Ciudad para comunicarles su decisión de ir por otra vuelta. Estuvieron los radicales, los peronistas, el Frente Grande y otras fuerzas amigas, y brillaron por su ausencia Libres del Sur y el Une de Mansilla y los gremialistas.
Según contaron algunos íntimos, con los Libres no hay problemas porque han hecho "una buena gestión". Pero con Une, que parece encarnar un proyecto de poder diferente, no existe la misma química. De hecho, Farizano habría clausurado las expectativas de Mansilla de conducir el Concejo Deliberante.
El intendente aboga por crear una mesa que permita relacionar estrechamente la gestión con la construcción política. Y el que no esté de acuerdo -dicen los íntimos-, más tarde o más temprano, no podrá seguir en la gestión. No obstante, aclaran que no se trata de tirar a nadie por la ventana y que aquellos que comprendan que se trata de un proceso gradual pero irreversible tienen garantizado un lugar en la coalición.