Martes 29 de Septiembre de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Los hermanos Coen regresan a su infancia
Presentaron en Toronto "A Serius Man", su nueva y particular película. Es una comedia negra y una personalísima evocación de su historia.

LOS ÁNGELES (DPA).- Cuando en febrero de 2008 los hermanos Coen recogieron los Oscar al mejor director y a la mejor película por "Sin lugar para los débiles" pidieron al mundo de Hollywood que les dejaran seguir haciendo sus películas "en ese pequeño rincón de la industria".

El cine de estos dos hermanos de Minnesota es efectivamente especial, inclasificable, fuera de las normas y criterios que marcan los ejecutivos de las grandes "mayors". Es como si rodaran en una reserva india, protegida por las autoridades, a salvo de todo tipo de contaminación. Hacen lo que les viene en gana y como les da la gana. Pocos en el cine americano pueden permitirse semejante lujo.

Pues bien, la nueva película que ha nacido en la esquina de ese pequeño rincón ya está lista. Se titula "A Serious Man", se presentó el 12 de septiembre en el Festival de Cine de Toronto y se estrenará en Estados Unidos el 2 de octubre.

Es una comedia negra, ambientada en 1967, sobre un hombre bueno, interpretado por Michael Stuhlbarg, de moral intachable, un perfecto padre de familia y marido fiel; un profesor universitario serio y justo, al que un buen día todo le empieza a ir mal. El mundo se vuelve contra él sin ningún motivo aparente.

Según explicaron los Coen cuando presentaron la película en Toronto, con "A Serious Man" pretenden, una vez más, dejar perplejos, confundir y descolocar a sus muchos seguidores. Pero hay algo más. Algunos críticos y comentaristas cinematográficos han apuntado que este film refleja, quizá como ningún otro de su filmografía, rasgos biográficos y personales de los propios Coen.

La razón: la historia que se cuenta en el film transcurre en un barrio de una comunidad judía en una ciudad del medio oeste americano, un ambiente muy similar al de Minneapolis en el que los dos famosos hermanos cineastas se criaron.

"La religión judía nos dejó muy marcados de pequeños", explicó Ethan Coen. "Nuestra madre era muy practicante, mientras que nuestro padre no lo era tanto. Aún así fuimos a la escuela y aprendimos hebreo y acudimos a la sinagoga todos los sábados".

Los críticos y comentaristas cinematográficos presentes en Toronto no han escatimado elogios a la película. Muchos la consideran "la mejor" de los Coen. Otros encuentran un hilo común entre ésta y sus dos producciones anteriores, "Quémese después de leerse" y "Sin lugar para los débiles". Las tres, dicen, hablan de la fatalidad y del destino, de cómo el azar está presente y determina totalmente la vida humana.

"Puede ser cierto porque escribimos el guión mientras preparábamos los otros dos films", admitió ante los periodistas Ethan Coen. "Aunque en el caso de ´Sin lugar para los débiles´ no dependería tanto de nosotros, sino del autor de la novela, Cormac McCarthy".

Hay también quien ha señalado las indudables influencias que hay en "A Serious Man" de "Amarcord", de Federico Fellini. Las dos son, efectivamente, personalísimas evocaciones de la infancia. Un mundo real pero reinventado, pasado por el tamiz de la exageración, la imaginación y la fantasía de sus creadores.

El hecho es que, un año más, los hermanos Coen vuelven a hacerse un hueco en las pantallas norteamericanas. "A Serious Man" no será, probablemente, ningún "taquillazo". Pero como muchas otras de su filmografía dejará su huella, dará que hablar y ¿por qué no? quizá arranque algún nuevo premio de la industria de Hollywood.

Y el pequeño rincón donde se mueven los Coen a sus anchas seguirá dando sus frutos porque está lleno de proyectos.

Su próxima película será una comedia sobre un grupo de actores que, en los años veinte del siglo pasado, quieren poner en escena la obra "Julio César" de William Shakespeare.

Y para más adelante piensan nada menos que en rodar un western, aunque naturalmente a su manera. Una nueva versión de "True Grit" (Valor de ley), la película que en 1969 dirigió Henry Hathaway y por la que el gran John Wayne, con parche en el ojo incluido, ganó el único Oscar como mejor actor de toda su carrera. Para ella los Coen ya tienen candidato, uno de sus actores preferidos: Jeff Bridges, el inolvidable "Dude" de "The Big Lebowski".

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