CIPOLLETTI (AC).- La segunda edición de la búsqueda del tesoro "Descubrí Cipolletti" superó todas las expectativas de los organizadores: participaron cerca de 40 grupos de cuatro integrantes cuyas edades debían sumar 60 años o más.
Todo se inició con una entrada en calor a cargo de los profesores de la dirección de Deportes, en la plaza San Martín. Luego, con el mapa y las consignas en mano, los expedicionarios salieron en la búsqueda de los premios.
El primero, una cena para cuatro, lo ganaron "Los Tipitos"; el segundo, una canasta de golosinas, "Las Bigotudas" y el tercero, una bombonera repleta, "Madres, hijas y nueras".
Caminando, trotando o corriendo, los grupos debieron recorrer 11 postas comprendidas entre las calles Fernández Oro, Mengelle, Brentana y Alem.
Las pistas estaban en crucigramas y acertijos -con explicaciones para los más despistados- que se debían resolver para llegar a la meta.
Los participantes tuvieron que pasar por el antiguo correo; el edificio histórico ubicado en la esquina de Fernández Oro y Villegas; el Rincón de los Abuelos en el parque Rosauer; los monumentos a los Inmigrantes, a la Luz Eléctrica, a la Madre y al padre Brentana; el Paseo de la Familia y por la antigua municipalidad, para retornar a la plaza.
Además de la alegría que reinó, llamaron la atención algunos nombres de los grupos: "Se me salió la cadena", "Merequetengue", "Achalay", "Las Punchi", y "Las alcatraz", fueron sólo una muestra. El más original, según coincidieron todos, fue el de "Las Bigotudas", un grupo de mujeres de más de 40 años que casi hicieron una explicación sociológica de la elección.
A pesar de estar exhausta con todo el trabajo, Natalia Marensana del Centro de Informes Turísticos municipal -a cargo de la organización- no cabía en sí de la alegría por la repercusión del evento que se realizó en conmemoración del Día Internacional del Turismo.
"Tuvimos que dejar de inscribir porque ya teníamos 15 grupos en lista de espera", dijo poco antes de que se iniciaran las actividades de precalentamiento.
Explicó que varias de las pistas estaban relacionadas con hechos históricos y funciones actuales de los edificios, monumentos y rincones de la ciudad, aunque "no era necesario tener un amplio conocimiento sino más bien un poco de ingenio".
Además rescató la actividad como una necesidad de "recuperar el sano hábito de jugar".
El cierre fue a todo baile con una clase abierta de hip-hop y salsa.