SYDNEY (Enviado especial).- Los australianos la llaman "la canasta de papas fritas" porque se parece al cesto que usan las freidoras de los McDonald, pero es el techo futurista del edificio de la Organización Australiana de Ciencia y Tecnología Nuclear (Ansto, por sus siglas en inglés), ubicado en Lucas Heights, en las afueras de esta ciudad, que alberga en su interior el reactor nuclear OPAL, uno de los tres más modernos del mundo, construido por los científicos del Invap.
El reactor "made in Argentina", diseñado en la planta de Bariloche y exportado a Australia por 200 millones de dólares, comenzó a funcionar en abril del 2007 y "está operando normalmente y a satisfacción del cliente", explica Juan Pablo Ordóñez, jefe del "Proyecto Australia" del Invap.
Sin embargo, el científico aclara que en noviembre próximo los técnicos del Invap se instalarán en Australia para resolver un problema pendiente: un goteo de agua liviana en el agua pesada del reactor. "El tema no es grave -dice- pero el aparato todavía está en garantía y debe ser solucionado".
"Río Negro" llegó a Lucas Heights, un suburbio residencial al sur de la ciudad rodeado de bosques de eucaliptos y lujosas viviendas, para recorrer las enormes instalaciones acompañado por la jefa de relaciones públicas de Ansto, Sharon Kelly. Antes, "por razones de seguridad", tuvo que dejar la cámara, el grabador y otros elementos electrónicos en un "locker".
El reactor OPAL (sigla de Open Pool Australian Light Water) no fue construido para producir energía -en Australia ese tipo de centrales está prohibido- sino para la investigación científica en dos planos: la producción de radioisótopos y la generación de neutrones.
Los radioisótopos son para usos medicinales. El principal que se produce es el de molibdeno, que se usa en los generadores de tecnecio y en el diagnóstico clínico.
Los neutrones son para la investigación científica. Al lado del edificio del reactor hay un galpón de gran tamaño donde funcionan ocho instrumentos de investigación y se está construyendo un noveno. "Básicamente lo que se hace es iluminar materia o muestras biológicas con neutrones producidos por el reactor y se sacan conclusiones", explica Ordóñez.
Aclara que si bien hay varios reactores en el mundo que hacen ente trabajo, el de Australia "es el más nuevo y está entre los tres mejores del planeta".
A los pocos meses de entrar en funcionamiento el reactor presentó algunos inconvenientes que obligaron a desactivarlo por ocho semanas. "Es un prototipo sumamente complejo, como si fuera un fórmula uno", acota Ordóñez. Refiere que los inconvenientes fueron una pequeña filtración y un desplazamiento menor de placas en uno de los elementos combustibles.
Este último problema obligó a rediseñar el combustible, lo que se concretó con éxito. La filtración de agua no impide la operación del reactor y Ordóñez estuvo en Sydney para arreglar los detalles de la reparación, que se concretará en noviembre.
Invap está construyendo una nueva instalación, que es un filtro que repurifica el agua pesada extrayéndole el agua liviana, pero esta tarea no impide el funcionamiento pleno del reactor.
"Además hay modificaciones que siempre el cliente pide y que son una fuente de negocios adicionales para Invap", acota Ordóñez y aclara que la relación con los funcionarios y técnicos de Ansto "es excelente: por lo menos ellos le dicen a todo el mundo en los foros internacionales que están satisfechos".
Los australianos consultados durante la visita confirman esa apreciación.
El embajador argentino en Australia, Pedro Villagra Delgado, quien es experto en temas de energía nuclear y colaboró en la exportación de la sofisticada tecnología a Australia, explica que el reactor "no es un producto de serie sino una construcción ad hoc" que, se hace a pedido del cliente y que, por lo mismo, puede presentar detalles de terminación.