Una mirada de décadas hacia atrás nos mostraba una ciudad que era la más importante de la provincia (macrocéfala), pero su crecimiento era inercial, aletargado, abúlico y sin políticas públicas de relevancia.
Esto no trata de calificar a los intendentes anteriores, sino que el predominio de un solo movimiento político gobernando absolutamente todo había relegado la capital de la provincia a ser una delegación del poder central. Pocas veces el intendente tenía la autonomía política para autodeterminar su gestión.
La irrupción de Quiroga, con su coraje y su personalidad, siendo de otro color político y con un proyecto de ciudad, modificó la correlación de fuerzas.
No eligió enfrentar al gobernador de la provincia, simplemente puso de pie a la ciudad de Neuquén, marcando sus pasos en el marco de la Constitución y la Carta Orgánica y eligiendo muchas veces vincularse con el gobierno provincial para llevar adelante en conjunto políticas públicas que potenciaran el desarrollo. Pero también se plantó cuantas veces tuvo que hacerlo, dándole jerarquía a la intendencia municipal.
Vuelta la mirada de una década hacia adelante, vemos que Neuquén pasó a constituirse en la ciudad más importante de la Patagonia y una de las más importantes del país.
A diez años, un radical sigue al frente del municipio, pero lo que es innegable e inobjetable es el cambio producido en la política neuquina.
Ya no hay predominio absoluto de una fuerza política que está en escena desde hace casi cincuenta años.
Quiroga pudo mantener el poder cuando la turbulencia del 2001 hacía naufragar a la Alianza y puso definitivamente en el podio político otros actores y otros sectores políticos.
Un análisis más profundo gira en torno a un futuro con cambios e interrogantes pero al que definitivamente Pechi Quiroga le puso el punto de inflexión.
César Gass
Convencional nacional de la UCR
y ex jefe de asesores
Neuquén